lunes, 25 de febrero de 2013

Un saco más bien vacío


Caminando levemente por la acera, algo sucia, busca un pobre humano su lugar en el mundo. Experiencias al hombro, echó a caminar hace poco y el saco que porta está más vacío que repleto. Cabizbajo y soñador, triste y esperanzado. Aún cree en la vida, y en la peregrina idea del amor para siempre. Lástima de chico, que apenas puso un pie en el asfalto perdió un dedo. El tráfico fue el responsable, su ignorancia la culpable. Se cree filósofo por haber escrito cuatro líneas bien redactadas y se cree escritor por haber contado una historia bien relatada. El pipiolo se encuentra en realidad en una cómoda posición, con sustento parental y colchón de agua. Quiso adentrarse en la jungla salvaje del mundo suburbano y de los recovecos de la droga y consiguió una borrachera mal llevada y una lección olvidada. Experiencias amorosas fueron escasas: dos, una de ellas bien callada; de la otra… apenas conoce nada. Se cree guionista por reflejar sus experiencias en un manuscrito de calidad pésima, y sinceridad plena. No conoce el miedo, pero tampoco la valentía; no conoce nada. Se cree poeta por haber compuesto cuatro versos con suerte; y ahora se cree profeta. Y no olvidemos su faceta más artística, el dibujo. Cree que es un pésimo dibujante –y, entre nosotros, está en lo cierto- pero aun así no ceja en su empeño de seguir adelante, lo único verdaderamente loable. ¡Ay, inocente muchachito! No vuelvas a caer en los errores cometidos, no renuncies a una vida bohemia ni te obsesiones con los labios de la mujer perfecta; ¡pero vive un poco el día!, y no hagas planes de futuro, céntrate en la alegría. Bendice tus días jocosos, esos que pasaste alegre e ignorante; y ahora que eres un poco más autoconsciente, ¡vive de la mente! Haz caso al corazón, que tu alma dicte a tu mente; que tu alma quiera al corazón. De emociones se vive, de pensamientos se disfruta, de alma nunca se carece. ¡No temas tu final, la muerte es inevitable!, pero aplaza su llegada, disfruta de tu alma. Un poema que leíste te dice: “soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”. ¡Haz tuya esa frase! ¡Hónrala! ¡Ámala! ¡Vívela! Y no temas las consecuencias. Nunca temas las consecuencias.  Un hombre pretencioso dijo una vez, detrás de otra: “In dubiis, libertas”. En caso de duda, libertad.

viernes, 1 de febrero de 2013

La U es muda.


Una bocanada de aire fresco. Un cierto ensimismamiento. Vuelve a la carga sin remordimientos. Acorrala a su presa sin miramientos. La piedad no existe en este momento. Juró venganza. Camina rápido y seguro. Las espuelas suenan contra la madera. Un ligero traspiés del otro le da más ventaja. Habla rápido y en inglés, es americano. Le da igual, la venganza llama a las puertas. Entiende algunas palabras. <<Forgive me, please>>. Idiota, no hay perdón. Con rapidez y destreza dispara. Falla aposta, para advertir. Pero el maldito yanqui no lo caza, y se ríe. Para en seco. Se baja las gafas de sol y lo mira por encima de ellas. La furia de sus ojos taladra al yanqui. Se calla. Retrocede a rastras por el suelo, hacia atrás. Está realmente asustado ahora. Una nueva parrafada de la que solo logra entender una cosa. <<Who are you?>>. Como hombre de pocas palabras que es, no dice nada. Se agacha y se queda de cuclillas. Mientras sube sus gafas de sol, sonríe. Se lleva el dedo índice de la mano izquierda a la boca y dispara.