Caronte.
Su sueño era convertirse en la
persona que llegó a ser, y Hera, en toda su sabiduría, únicamente le negó una
esposa. Le regaló hijos repartidos por doquier; le regaló dinero y fama; le
regaló placer. Pero él quería más, mucho más. Su gran estupidez provocó que le
pidiese a Hermes una habilidad indigna para los mortales. Omnipresencia.
Omnisciencia. Omnipotencia. Hermes, rápido en su vuelo, informó a Zeus de la
petición. Y Zeus prohibió que los dioses del Olimpo lo concedieran. El hombre,
conocido incluso en las entrañas del Olimpo, realizó sacrificios en honor a
todos los dioses. Excepto a uno. A Hades, el señor de los Infiernos, le ofreció
su alma y su cuerpo.
La venta se
realizó en secreto. Caronte consiguió ser dios por un día. Pero fue un día
malgastado. Haciendo uso de su Omnipresencia, fue a lugares donde las mujeres
se sentían a gusto. Usó su Omnisciencia para buscar una esposa para sí mismo.
Su Omnipotencia se centró en eliminar a sus rivales. Consiguió prorrogar el
trato.
Pero cayó. La
locura le llevó a los extremos de la vida. Derrochó, folló, amó, mató, peleó y
finalmente, al caer la noche del tercer día, se suicidó. Plutón lo recogió
personalmente. Le dijo que le encargaría una tarea que le redimiría de sus
pecados pero Hades no es conocido por su piedad y lo condenó para toda la
eternidad. Caronte, desacostumbrado a la pobreza, instaló un peaje en la
autopista al Infierno. Él era el conductor del único vehículo que circula en
ella.
Aún hoy
aumenta sus riquezas, esperando a que algún día pueda comprar su libertad. Pero
yo no soy tan fácil. Y la cantidad que me debe la tendrá, y la abonará, dentro
de mucho, mucho tiempo. Exactamente el día del juicio FINAL.
MIGUEL CORONA
MAS 6-4-11(MIÉRCOLES
DE ABRIL DE 2011)
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