viernes, 16 de noviembre de 2012


Dulces sueños.

Esa noche no era como las demás. Esta vez tenía un plan en mente. Primero, cenaría- eso era lo principal-, luego, -de segundo- vería una película, y finalmente, dormiría.
            Pero todo se torció cuando, a mitad de la película, se durmió.

            Ahora, sí. Tenía que decírselo, y fue hacia ella. Su caminar era lento pero sus pensamientos rápidos. Ya había seleccionado las palabras perfectas. Lo dijo. Ante la negativa de ella se vio obligado a volar lejos de allí. Se perdió por el camino. Las calles estaban desiertas. No corría el aire y el sol estaba yéndose.
            Se encontró con un amigo de su infancia. Físicamente estaba igual, pero dos palmos más de alto. Fue a saludarle. El tortazo que le propinó el otro fue espectacular. Su antiguo amigo le dijo que cómo había podido haber hecho algo así. Se fue corriendo.
            Mucha gente. Entró en un callejón para evitar a la muchedumbre. Allí estaba su jefe, pinchándose. Él lo vio y le pidió que se fuera. Pero la policía ya había llegado. Creyeron que él también estaba en el ajo. En comisaría le hicieron un análisis de orina y otro de sangre. Pasó la noche en comisaría a la espera de las pruebas. La policía le dijo que pasaría cinco años en la cárcel porque, a pesar de que estaba limpio y de que él insistía en su inocencia, el jefe había declarado algo que le quitaba el derecho a un juicio.
Entonces, se levantó y se dirigió hacia donde estaba su jefe. Justo cuando iba a propinarle un puñetazo se despertó. La película estaba acabando. Al día siguiente, por la tarde, estaba frente a ella. Fue a decírselo pero dijo que no. Fuera, la calle estaba vacía. Caminó por la calle. Vio a un amigo de la infancia. Corrió en dirección contraria. Y Un camión se lo llevó por delante. Pobres mortales.


MIGUEL CORONA MAS                                 1-4-11 (VIERNES DE  ABRIL DE 2011)

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