jueves, 22 de enero de 2015

Épsilon: Capítulo Primero

I
Masticó tranquilamente el cabello castaño claro mientras miraba con desdén el putrefacto cadáver de la que en otros tiempos fue su hija. Yacía sentada, con las piernas extendidas y la cabeza caída en el recoveco de una habitación tenebrosa y oscura. La luz de la luna intentaba entrar a través de los tablones de madera que estaban apiñados contra la ventana. La espalda estaba reposada cuidadosamente contra las dos paredes del recoveco, y las manos estaban con las palmas hacia arriba posadas artificialmente en los muslos del cadáver. No había sangre. No había huellas, no había nada. A los pies de la víctima estaban sus bragas.

Olisqueó las bragas mientras observaba el resto de la habitación. Estaba prácticamente vacía y por suelo tenía unos tablones de madera oscura podridos. Había un par que faltaban, pero en el hueco resultante no había más que polvo, cucarachas y cierto olor a cieno.  Sin embargo, reparó en un pequeño garabato de la pared más lejana al cadáver, en el recoveco opuesto, en el lado del ring contrario.

Observó de cerca la pista más firme que tenía, mientras intentaba identificar su significado. No era un garabato, sino una escultura metálica, de hierro oxidado, con una forma abstracta y curvilínea. Esta escultura pendía de un fino hilo que llegaba hasta el techo. Con cuidado y unas pinzas, sujetó el objeto, cortó el hilo con su navaja y lo metió en la bolsa de plástico de pruebas.

Volvió al lugar del cadáver. Se acuclilló junto al cuerpo inerte de la joven de veinte años, de pelo castaño claro, ojos marrones verdosos, nariz aguileña, cara perfecta y cuerpo completamente destrozado. Acercó su cara a la del cadáver y olvidó por unos instantes que era su hija, fijándose únicamente en indicios de quién pudiera haber sido el asesino.

Oyó un crujido en la madera. Se dio la vuelta y vio al joven detective con el que estaba trabajando, el mejor de los que tenía a su disposición. Se levantó y salió de la habitación.

-Toda tuya, tigre. No puedo pensar con claridad. Ciérrale los ojos, ¿quieres?

Las lágrimas se agolparon en sus ojos. Había sido una semana dura, y el final de ese domingo no había sido bueno. Necesitaba un cigarro, o algo más fuerte.

martes, 6 de enero de 2015

Humo y música III

Mentiría si dijese que nunca pensé en acabar de una vez por todas con su sufrimiento. No era el hecho de que nuestros padres acabasen de morir, ni de que su novio estaba en coma, ni siquiera lloraba por el hámster que yacía en medio del polvoriento camino que serpenteaba desde nuestra casa hacia el mundo civilizado. Pero sufría y yo no podía hacer nada para evitarlo. Era un día gris cuando volví.
HUMO Y MÚSICA III

Una lluvia liviana regaba la casa y embarraba el jardín. Era un día agradable, un día de los que me gustaba. Yo caminaba por el jardín sin más que la fina capucha de mi sudadera como parapeto contra las gotas inocuas de la lluvia refrescante. Mi cigarro esquivaba milagrosamente cada una de las gotas que lo apuntaba y seguía encendido contra todo pronóstico.

Mi hermana yacía debajo del porche y tan solo un brazo era visible para el ojo avispado. No lloraba, no sufría, no sentía. No vivía. De sus labios no iba a salir ninguna nota más de música, ni un leve quejido, ni una astuta artimaña. La piel húmeda y blanquecina de su brazo se dejaba acariciar con suavidad por la lluvia plácida. Dentro, yo adivinaba los contornos de su cuerpo que estaban desnudos, secos, suaves. Lo miré fijamente durante lo que pareció un siglo y luego caminé hacia ella mientras tiraba el cigarrillo a lontananza.

Saqué el cuerpo como pude y lo dejé yacer en la hierba. La tenue brisa que bailaba la lluvia también mecía la hierba y ésta acariciaba con su verdor el cuerpo mortalmente blanquecino de mi hermana, que contrastaba con las caricias trasparentes del agua precipitada. Varias rajas en su torso y abdomen interrumpían la suavidad enfermiza de su cuerpo para violentar mi mirada con los tajos sucios y ennegrecidos de la causa de su muerte. La sangre seca se humedecía paulatinamente y se diluía. Del blanco al verde, el rojo serpenteaba por el curvilíneo cuerpo de mi hermana. Lo miré y mis ojos se humedecieron con un líquido cálido y, adivinaba, más salado que la lluvia que empezaba a arreciar.

Sus preciosos ojos marrones estaban abiertos y vacíos.

Mis ojos derramaron su propia lluvia al tiempo que caía de rodillas a su lado. Poco a poco empecé a comprender qué había pasado. Mis ojos marrones estaban abiertos y resueltos a vaciarse.

Arranqué hierbajos con las manos y gemí a los cuatro vientos. Cuando me calmé, me tumbé a su lado y apoyé mi cabeza en su hombro.

-No me llores, hermano.

Las lágrimas parecía que no paraban de brotar.

-O llórame. Pero estoy mejor así. No siento.

Mi voz no podía equipararse a la suya, ni siquiera con falsete. Pero me reconfortaba extrañamente.

-Cántame algo, hermana. Cántame nuestra canción.

Y entoné nuestra canción.

Vuela, oh ruiseñor, vuela
Pues te quiero, oh, ruiseñor;
Que ilumine esta vela
La noche que infunde tu temor.

Vuela, oh alacrán, vuela
Pues eres mi vida, oh alacrán;
Que te arrope mi tela
En esta noche sin explorar.

Vuela, oh ruiseñor, vuela
Pues te quiero, oh, ruiseñor;
Que ilumine esta vela
La noche que infunde tu temor.

Vuela, oh libélula, vuela
Pues escupes pasión de fuego, oh libélula;
Que mi alma vela
Por todos los miedos que surcan tu médula.

Vuela, oh ruiseñor, vuela
Pues te quiero, oh, ruiseñor;
Que ilumine esta vela
La noche que infunde tu temor.

Navega, oh velero, navega
Pues naces de mis muelles, oh velero;
Que la Muerte venga
Y arrulle mi corazón entero.

Vuela, oh ruiseñor, vuela
Pues te quiero, oh, ruiseñor;
Que ilumine esta vela
La noche que infunde tu temor.

Navega, oh timonel, navega
Pues guías mis esperanzas, oh timonel;
Que la Muerte pega
Y sus besos saben como la miel.

Un murciélago para dominarlos a todos: Burton y Schumacher, directores de Batman

Batman (1989), Batman Returns (1992), Batman Forever (1995) y Batman & Robin (1997).

Comienzo mi crítica en cuatro partes diciendo que buenos días, buenas tardes o buenas noches. ¿Qué tal? ¿Bien? Eso espero.
Bien, una vez acabadas las cordialidades, pongámonos en contexto. 3 y 4 de enero de 2015, me entran unas ganas tremendas de ver Birdman (or the unexpected virtue of ignorance) el 9 del mismo mes y del mismo año, película protagonizada por Michael Keaton y que da vida a un actor decaído que tuvo éxito años atrás protagonizando películas de superhéroes. Así pues, decido ver las dos películas de Tim Burton de Batman con Keaton como Wayne/bicho alado. Una cosa lleva a la otra y acabo viendo las cuatro películas pre-Nolan.

La primera: Batman. A secas, título directo, vas al cine sabiendo dónde te metes. Protagonistas: un Michael Keaton excéntrico pero comedido, un Jack Nicholson encantado de conocerse (como su Joker, pero no neguemos que Jack está encantado de conocerse muy a menudo, que se lo ha ganado) y una Kim Basinger que hace lo que puede con lo que le dan. Esta primera película es buena, entretenida para la mente adulta y terroríficamente sin sentido para la mente de un niño medio (o al menos para mí cuando la vi por primera vez). Para mí, lo bueno que tienen tanto esta como la siguiente es que Batman y Wayne no son tan protagonistas como en las siguientes. Para mí la película va de dos periodistas que buscan al hombre murciélago y ella, la fotógrafo, lo encuentra. A esta película a día de hoy, le doy un 7 sobre 10.

La segunda: Batman Returns. Bien, esta película tiene un primer acto que roza la perfección: si todos conocen a Batman y ya saben quién es y qué fue de su vida y por qué hace lo que hace, conozcamos a los malos, para que sepamos quiénes son, por qué hacen lo que hacen y qué fue de sus vidas. Y nos presentan a Pingüino, Catwoman y Shreck. O, dicho de otra manera, Danny DeVito, Michelle Pfeiffer y Christopher Walken respectivamente. Un reparto como la copa de un pino, vaya. Primer acto soberbio. Esta película creo que está más acabada que la anterior y la relación de Batman/Wayne con Catwoman/Kyle es muy interesante, morbosa y excitante. Más o menos como Holmes con Adler. A esta película a día de hoy, le doy un 8 sobre 10.

Y estas dos películas me hacen replantearme mis impresiones sobre la trilogía de Nolan, pero no voy a meterme en ese jardín porque Nolan es mucho Nolan.

La tercera, el acabose: Batman Forever. Cambio de director, cambio de actor, cambio de calidad. Si bien Tim no hacía uso de excesos y presentaba una película tan negra y carente de barroquismos y horteradas como su protagonista en versión súper, Joel se pasa todo esto por el forro de los cojones y pone colores fluorescentes al servicio de un guión deficiente y un repertorio de enemigos excéntricos y, mal que pese a un servidor, sobreactuados. Jim y Tommy hacen lo que pueden, Val Kilmer no da la talla en esta versión sosaina del personaje y Nicole se pasea por la película sin saber de qué va eso. A esta película, con un guión que hace aguas, unos diálogos para enmarcar en las oficinas de DC sobre lo que NO hacer en cine, unas actuaciones erróneamente sobreactuadas y una dirección deplorable, le doy un 3 sobre diez y da gracias.

La cuarta, fin de ciclo, gracias por jugar: Batman & Robin. Joel repite a los mandos de esta fosforita fábula del malo redimido, la mala encarcelada y los buenos más buenos que nunca porque además de ser muchos, son buenos. Fiesta y desenfreno en esta película que sigue fielmente la estela de su predecesora tanto en lo malo como en lo peor, aunque tiene ciertos puntos positivos a tener en cuenta como el hecho de que intentan meter un personaje femenino que no medio mala medio buena ni mala del todo, sino netamente buena de cabo a rabo tras su etapa de adolescente rebelde. Pero el tiro les sale por la culata y consiguen unos personajes más planos que el folio en el que escribo estas líneas, pero mejor actuados que en la anterior. Parece ser que Joel cambió de director de actores o que él tomó un cursillo intensivo de dirección de actores que tanto les hace falta a algunos. George Clooney como Wayne/Batman tiene la planta, pero no la entereza. Pero todos lo intentan muy fuerte y eso es adorablemente triste. Un 4 sobre 10, y porque intentan algo más que en la anterior, pero les sale lo mismo.



Espero que disculpéis mi prosa rancia, mi pedantería revestida de frescura falsa y mi incompetencia a la hora de criticar constructivamente o, simplemente, criticar. Pero ahora sabéis la opinión de una persona más sobre estas películas. Si eso os sirve de algo es cosa vuestra, pero si habéis leído hasta aquí es que algo interés tiene la cosa. Gracias por leerme, aceptaré opiniones, comentarios y demás menesteres siempre y cuando no insultéis sin ton ni son y seáis consecuentes con vuestros actos. Pillines.