lunes, 2 de octubre de 2017

Tres películas dentro de Donostia, Euskadi.

Este año he ido al Festival Internacional de Cine de San Sebastián, este que acabó hace un par de días, el que da la Concha de Oro. He asistido en calidad de Jurado Joven, los encargados de decidir el Premio EROSKI de la Juventud, al cual optan las películas de la sección Nuev@s Director@s y las películas de la sección Horizontes Latinos que sean primeras o segundas películas de sus cineastas.
He visto 30 películas en nueve días, del 22 al 30 de septiembre. De las 30, 21 eran candidatas al premio EROSKI, y las otras nueves las he visto por voluntad propia, pagando entrada (o usando la acreditación).

Premio EROSKI.

Entre las películas que debíamos puntuar, votar y elegir como ganadoras, ha habido mucho ladrillo. La mayoría de las películas eran dramas sociales, algunos básicos y poco efectivos, otros que funcionan bien y tienen calidad cinematográfica. El drama social puro que más me gustó fue La familia, de Gustavo Rondón Córdoba, pero no es ni de lejos la mejor película de nuestra sección.
Ravens (Korparna), de Jens Assur, es la mejor película de nuestra sección, con elementos de drama social, thiller psicológico y coming-of-age, es la única película de la sección que no parecía una primera película y que podría haber competido por la Concha de Oro. Cada plano de esta película es una bendición.
Otras películas que recomendaría de esta sección son: Apostasy, de Daniel Kokotajlo; Medea, de Latishev; y From Where We've Fallen, de Feifei Wang, una película que al verla no me gustó demasiado pero que cada vez que pienso en ella me gana más y más.

Sección Oficial.

Sólo he visto dos películas de la Sección Oficial, pero viendo que una de ellas es una de las mejores películas que he visto en el festival, no me queda más remedio que mencionarlo.
De esta sección, he visto Handia, de Aitor Arregi y Jon Garaño, y The Disaster Artist, de James Franco.
Handia está a medio camino entre el cuento y el biopic y funciona correctamente, pero no tiene ningún aspecto remarcable.
The Disaster Artist es, sin embargo, la mejor comedia que he visto en mucho tiempo. Su única pega es que puede que sea necesario haber visto la película que referencia para entender alguna que otra broma, pero creo que funciona perfectamente si no se ha visto antes. James Franco va a dar a los Oscars la oportunidad de premiar una comedia pura y dura, no una comedia de mentira, que en realidad encierra un drama (como todas las otras comedias que han estado nominadas o han sido ganadoras de festivales y premios), así que espero que le den como poco una nominación.

Perlas.

Call Me By Your Name
De la sección de Perlas he visto unas cuantas, casi todas buenas, un buen puñado excelentes. You Were Never Really Here, de Lynne Ramsay; The Florida Project, de Sean Baker; y Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, de Martin McDonagh son las más recomendables y casi imprescindibles.
Pero la mejor película que he visto proyectada en el festival, la mejor de Perlas y en general, ha sido Call Me By Your Name, de Luca Guadagnino. La película más bonita que he visto en mi vida, agridulce y nada melancólica, es una maravilla en prácticamente todos los aspectos.



Así que las tres películas del festival, para mí, han sido: Ravens (Korparna), de Jens Assur; The Disaster Artist, de James Franco y Call Me By Your Name, de Luca Guadagnino.

martes, 9 de mayo de 2017

Luna y Diana: Martes.

Martes.
El sol salió amarillo y el cielo se tiñó de rosa y naranja, de tonalidad suave. Luna había estado despierta hasta bien entrada la madrugada, pero cayó dormida antes de tomar ninguna decisión.
Diana la despertó con una caricia en la cara.
'¿Y bien?', preguntó. Diana estaba sentada al borde del sofá y Luna tumbada cuan larga era sobre él. Luna se frotó los ojos.
'Buenos días', dijo en un bostezo.
'Y buenos días para ti también', contestó Diana. 'Perdón por apremiarte a tomar una decisión, pero lo último que quiero es que los dos bandos vengan contra mí.'
Luna se incorporó y sintió cómo el estómago le rugía, al fin y al cabo no había cenado nada la noche anterior y apenas había comido. Diana se levantó del sofá y le ofreció una bandeja con un par de bollos, zumo y un té con leche.
'Me he tomado la libertad de desayunar yo también', dijo.
'Gracias', Luna se sentó en el sofá y empezó a desayunar. Después de llevar la mitad del desayuno, se despertó del todo. 'Yo no soy asexual', dijo. Diana asintió, reconociendo que había entendido la información.
'No importa', dijo. 'Ser una vestal no requiere que lo seas, ni siquiera que seas virgen; es una palabra bonita para decir escudera. Al menos en lo que a mí respecta.'
'¿Cómo voy a decidir qué bando si no sé los motivos para la guerra?' preguntó Luna.
'Tiene sentido, sí', admitió Diana. 'Básicamente Hades, delante de todo el Olimpo, llamó violadores a sus hermanos. Como sabrás, a mi padre y a mi tío se les conoce por tomarse ciertas...que se tiran a todo lo que se mueve, quiera o no, vaya. Zeus y Poseidón se han cogido el canasto de las chufas y han dicho que Hades es el más malo porque es el dios del Inframundo, cosa graciosa teniendo en cuenta que fue mi padre quien lo mandó a trabajar allí.'
'Pero...Hades también secuestró a Perséfone, ¿no?' dijo Luna.
'Qué va. Perséfone entró ella solita al Inframundo y se quedó porque le gustó. De hecho, el otoño y el invierno no ocurren cuando está en Inframundo, sino cuando está con su madre, Deméter la Sobreprotectora.'
'¿Entonces por qué te cae mal Hades?', preguntó Luna.
'Es un brasas', Diana se encogió de hombros.
'Por favor, está claro. Vamos con Hades', dijo Luna.
Diana sonrió y asintió.

Lourdes despertó bien entrada la mañana, cerca de las diez y media, casi las once. A su lado, la cama estaba deshecha y las sábanas arrugadas con claras marcas de que alguien más había dormido ahí. Oyó el agua de la ducha caer contra un cuerpo, lejos en el baño. Se estiró y bostezó.
Salió de la cama, se echó por encima el camisón y salió de la habitación. En la cocina, preparó el desayuno para dos. Llevó la bandeja al salón y abrió las ventanas para ventilar. Fátima entró al poco tiempo, arropada por un albornoz y su pelo corto húmedo estrellado a todas direcciones. Se sonrieron y besaron.
Lourdes se sentó a desayunar mientras Fátima cogía su ropa, que estaba desperdigada por diferentes partes del salón.
Ya vestida, Fátima volvió y se sentó a su lado.
'La Madre Superiora me dijo que deberíamos encontrar a una más para el aquelarre, puede que con tres no sea suficiente', dijo Lourdes. '¿Conoces a alguien a quien le pueda interesar?'
'No sé', contestó Fátima. 'Puede que conozca a un par de cuando iba a la uni, pero no estoy segura de que sean brujas. Después investigo y llamo.'
'Yo ya no conozco a ninguna más que no tenga aquelarre', dijo Lourdes. 'Supongo que al llegar a cierta edad todas se han ido colocando por ahí y por allá.'
'No tienes “cierta edad”, Lourdes', dijo Fátima sonriendo.
'Me han llamado asaltacunas, cariño', apostilló Lourdes.
'¿Qué son quince años?', repuso Fátima.
'Tres lustros, década y media', contestó Lourdes. Fátima se encogió de hombros.

Diana apremió a Luna para que se fuesen antes de comer, y Luna no puso objeciones. Preparó un par de bocatas, echó toda la fruta que tenía en la casa a una bolsa y, con una rapidez fuera de lo normal, hizo las maletas: un macuto grande, lleno hasta los topes, donde también metió una mochila más pequeña y manejable y su bolso.
Antes de salir, Diana se quedó mirando a Luna y su macuto. Con una sonrisa torcida, ladeó la cabeza y se regocijó en la visión de la mujer y el macuto que era casi tan grande como ella.
'¿Qué?', preguntó Luna.
'Nada', contestó Diana. Al momento, cogió su mochila, que estaba apoyada contra la pared, la abrió y puso un pie dentro de ella y bajó. Luna se quedó petrificada, con la boca abierta y un ligero hilo de baba preparándose a caer por ella. La cabeza de Diana se asomó.
'Ven', dijo. 'Así no tienes que llevar ese monstruo en la espalda.'
Luna se acercó con cautela. Diana había vuelto a zambullirse en la mochila. Luna se asomó y vio en el interior de la mochila un espacio no muy grande, similar a un ascensor, donde estaba Diana esperándola. Esto es: no muy grande para los estándares de habitaciones; en cuanto interior de mochilas, el espacio era gigantesco.
'¡Vamos!', gritó desde abajo Diana. Luna metió el pie y, para su sorpresa, encontró en seguida oposición. El corazón le empezó a ir a mil por hora. Introdujo el segundo pie y sólo se podía imaginar lo ridícula que tenía que parecer desde fuera: metida en una mochila que seguramente no bajaría más.
El suelo empezó a descender hasta encontrarse a la misma altura que Diana. Diana estaba al lado de un panel con botones, los cuales seguramente servirían para muchas cosas y Luna sólo podía suponer que bajar a primerizas automáticamente sería una de ellas. En la pequeña habitación, además del orificio de la mochila en el techo, había una puerta en una de las paredes.
Diana la abrió y le ofreció pasar. El interior era una casa. Luna se quedó al umbral, dudando si entrar o no, y Diana la empujó suavemente mientras cerraba la puerta detrás de sí.
'Bienvenida a mi casa', dijo Diana. 'Ahora mismo estamos en una pequeña isla cerca de Grecia que, gracias a mi condición de diosa, pasa desapercibida para vosotros. Y, por supuesto, también estamos en tu casa.'
Luna no era capaz de pronunciar palabra. Miró a Diana e hizo ademán de empezar a hablar, pero los sonidos se ahogaban y mezclaban y sólo balbuceaba.
'Deja el macuto por ahí', dijo Diana mientras se quitaba la ropa sin ningún pudor en medio del salón, con Luna delante. Luna apartó la mirada al instante.
'Eh...', Luna empezó a pensar un tema de conversación que quitase hierro al asunto. 'Eh, si llevas tu casa en la mochila, ¿por qué ibas con la lanza y el arco por la calle?'
Luna había abierto un armario que había en medio del salón y había empezado a vestirse de nuevo. Se había puesto una camiseta de manga corta con motivos de Star Wars, unos pantalones de chándal y la misma sudadera.
'Por los elfos, por supuesto', dijo Diana como quien comenta el tiempo.
'¿Los elfos?'
'Sí, esos gilipollas arios más nazis que Hitler', asintió Diana. 'Les tenéis en demasiada estima, son unos racistas de mierda. Y llevan siglos cazando a cualquier dios que no esté a su altura. Y ya me ves, yo de aria tengo poco.'
'Entonces...', Luna se olvidó por completo del resto de cosas que le habían pasado, 'entonces, ¿los orcos?'
'Genocidio, el último murió hace cuatrocientos años. Bueno, no murió, fue asesinado.'
Luna no daba crédito. Diana se quedó en silencio, mirando al suelo, como si estuviese dando sus respetos en un minuto de silencio. Y, un minuto después, levantó la mirada.
'Bueno, pero tenemos que irnos. Las paradojas espaciales sólo se sostienen cierto tiempo, como estemos aquí más de una hora, nos quedamos aquí y tendríamos que ir a patita hasta tu casa.'
Rápidamente, Luna sacó la mochila pequeña del macuto, la llenó de lo indispensable y volvieron por donde habían entrado.

Fátima no sabía qué hacer. Tras sus investigaciones sobre sus antiguas compañeras de universidad, encontró que una de las personas con las que compartió clase era, de hecho, bruja. Pero era un hombre, y no sabía hasta qué punto Susana iba a dejar que una de las brujas de su aquelarre fuese un hombre.
Cogió el teléfono y llamó a Lourdes. Le contó lo que pasaba. Lourdes le dijo que lo mejor era hablar con Susana directamente y que ella no tenía problema con que una de las brujas tuviese pene. Fátima contestó que eso haría y que había dicho que era un hombre, no que tuviese pene. Lourdes colgó el teléfono confusa y Fátima llamó a Susana.
'¿Diga?', dijo Susana al coger la llamada.
'Ma, soy Fátima', dijo la susodicha. 'Me dijo Lourdes que creía que lo mejor sería tener una bruja más en el aquelarre.'
'Calla, niña', apremió Susana. 'Pueden estar escuchando.'
'¿Quiénes?'
'Todos', se limitó a contestar Susana. '¿Has encontrado alguna?'
'Sí..', empezó a decir Fátima.
'Estupendo', interrumpió Susana. 'Tráela mañana por la mañana, y veremos qué tal'
'Pero Ma', dijo Fátima asertiva, asegurándose de que Susana la escuchase. 'No es mujer.'
Susana se quedó en silencio, pensativa. Fátima empezó a imaginarse escenarios en el que Susana la asesinaba por sugerirlo siquiera.
'Vale', dijo al fin Susana. 'Tráelo, pero asegúrate de que sabe lo mínimo antes.'
'Sí, Ma.'
Susana colgó sin despedirse, lo que aseguró a Fátima dormir esa noche presa de la ansiedad y la paranoia. Fátima llamó a José, el susodicho, quien aceptó de buena gana la posibilidad de entrar en un aquelarre después de que le echasen del anterior en el que estaba cuando salió del armario como hombre transexual.

Al final salieron de la casa de Luna a eso de las once de la noche. Diana tuvo que explicarle a Luna en qué consistía la magia que hacía funcionar la mochila como portal a su casa y eso derivó en una conversación sobre magia, el poder de Diana y cuándo podía aprender todo eso, tal y como ella le había prometido.
Diana accedió a enseñarle un primer truco, sencillo y útil antes de salir. Consistía en hacer fuego, sin necesidad de gas, piedras, frotación o tan siquiera oxígeno. Todo lo que tenía que hacer Luna era sentarse con las piernas cruzadas en el suelo, la espalda recta y los ojos cerrados. Después, debía pronunciar “πυρά”, pira en griego, y posar las manos en aquello que quisiese prender fuego. Al apartarlas, el fuego prendería y una llama dorada surgiría hasta adquirir el color habitual.
Luna no sabía a dónde se dirigían, se dejaba llevar por Diana. Habían salido de Madrid y habían puesto rumbo hacia el norte, pero no sabía nada más. Diana tenía un coche híbrido, y conducía despacio y con calma.
Cuando pasaban por Torrelodones, Diana por fin le dijo a dónde iban.
'Vamos al Inframundo. El acceso más cercano está en Cantabria.'
'Vale, ¿es peligroso?'
Diana se encogió de hombros, poco convencida, como si intentase tranquilizarla a sabiendas de que podía serlo.
'Antes tengo que hacer unas paradas. Hablar con gente, enterarme de cómo está la cosa. Primera parada: Los Ángeles de San Rafael.'
'¿Y qué hay allí?', preguntó Luna.
'Un viejo amigo', contestó Diana.
'¿Podrías ser más vaga?', replicó Luna,
'Que te den, no soy vaga', se ofendió Diana.
'No me refería a ese tipo de vaga, quería decir que si no podías ser menos concreta', se apresuró a rectificar Luna.
'Ah, vale', se calmó Diana. 'Allí vive Céneo.'
'¿Y quién es Céneo?', preguntó Luna.
'¿No sabes quién es Céneo?', dijo Diana. 'Creía que te encantaba la mitología.'
'Y me encanta, eso no significa que sepa todo.'
'Céneo es un viejo amigo que seguramente quiera luchar contra Poseidón.'

lunes, 1 de mayo de 2017

Luna y Diana: Lunes

Lunes.

El sol de la mañana caía sobre la arena blanca y peinada por el viento en forma de pequeñas dunas. La marea azotaba sin mucho tesón, cuya resaca intentaba encerrar en el mar cualquier objeto con apenas un esfuerzo. Hierbajos e insectos de playa poblaban las zonas posteriores, atravesadas por pasillos hechos de tablones de madera castigada por la humedad, si bien eran recientes y todavía conservaban la dureza con la que habían llegado.
Un perro de tamaño mediano, pardo, hociqueaba la madera. El viento mecía con cuidado el pelaje y de sus fosas nasales surgían nubes de vaho incoherentes con la agradable temperatura que inundaba aquella mañana. Las cuencas de sus ojos estaban vacías, llenas de oscuridad, y se guiaba por instinto puro. Sus orejas cambiaban de dirección, vigilantes, cada vez que medio ruido rompía la serenidad de la playa.
De un salto bajó a la arena. Se quedó quieto en el sitio y se sentó expectante. Seguía olisqueando el aire, sus orejas rotaban y se balanceaban, diseñando la playa en la mente de su dueño como si fuesen un sonar.
A los pocos minutos, reanudó su marcha. Se adentró en la playa, siempre alerta, trotando hasta llegar al límite del mar. Giró y caminó esquivando los envites suaves de las olas paralelo a ellas.
En un momento dado, no mucho antes de llegar al límite de la playa, paró en seco. Alzó el hocico hacia el cielo, como si se tratase de un lobo apunto de aullar, y olisqueó con una nueva intensidad. Los olores y sonidos le revelaron lo que temía, y se achantó. Retrocedió hacia el interior de la tierra, enseñando los dientes a algo que creía tener en frente, pero en apariencia gruñía a la nada.
Lanzó un zarpazo y sonó cómo algo se desgarraba, pero era invisible. Lo que quisiese que tenía enfrente parecía contraatacar, el perro esquivaba ataques y arañazos y heridas empezaban a aparecer en su cuerpo.
Seguía retrocediendo al tiempo que luchaba contra el ser invisible. En cuanto puso un pie en un tablón de madera que pertenecía a otra pasarela sobre las dunas, empezó a ladrar a la nada. Se quedó quieto, con la confianza de quien sabe que nada invisible se atrevería a pisar la madera.
Tras unos minutos ladrando, en ocasiones ladridos de orgullo y burla, sus orejas se quedaron quietas hacia el frente y se calló. Olfateó y prestó mucha atención. Un zumbido se acercaba, pero no lograba descifrar la velocidad, el tamaño ni la dirección.
Una lanza surcó el cielo, trazando una parábola desde el mar hasta el corazón del perro, que cayó muerto al límite del pasillo de madera.


A mediodía, alrededor de las doce y media, Fátima subió las escaleras del portal hasta hallarse a las puertas del ascensor. Presionó el botón de llamada para que el mismo bajase hasta ella y esperó.
Abrió la puerta y entró, dio al noveno piso y el ascensor se puso en marcha. Salió al rellano, vacío e iluminado por luces fluorescentes. Dio unos golpes secos pero contenidos en la puerta en la que quería entrar.
A los pocos segundos, una mujer robusta embutida en unas ropas demasiado pequeñas para nada más que dormir abrió la puerta y la dejó pasar.
'¿Sabemos algo?', preguntó Fátima según se quitaba la chaqueta de cuero falsificado a la perfección y la dejaba doblada encima de una silla en el salón.
La mujer entró detrás de ella, todavía algo adormilada, y negó con un gesto de la cabeza. Fátima asintió y se sentó en el sofá.
'¿Quieres algo?', ofreció la mujer, que se llamaba Lourdes.
'No, gracias', Fátima sacó del bolsillo de su camisa de cuadros verdes y amarillos, amplia y sin meter en el pantalón un paquete de cigarrillos. Cogió uno de ellos y, del único bolsillo de su vaquero que servía para algo, sacó el mechero. '¿Puedo?'
'Abre la ventana', respondió Lourdes. 'Voy a vestirme, ahora vuelvo.'
Lourdes salió del salón y dejó a Fátima sola. Fátima abrió la ventana y se asomó por ella, mientras colocaba el cigarrillo en su boca y lo encendía. Observó desde la altitud el pequeño parque y la piscina que pertenecían a la finca del edificio y, más allá, las calles y edificios que se extendían hasta el horizonte.
Volvió su vista a la puerta de la finca y vio cómo una persona dejaba entrar a otra para luego salir ella misma. Por cómo andaba, le pareció reconocer que era Susana. La siguió con la mirada hasta que se perdió en las faldas del edificio y tiró el cigarrillo.
Sonó el timbre mientras cerraba la ventana.
'¿Puedes?', gritó Lourdes desde el interior de la casa.
'Sí', le devolvió Fátima, que ya cruzaba el salón hasta el telefonillo. Descolgó y se lo llevó a la oreja. '¿Quién?'
'Susana', contestó una voz a través del telefonillo.
'¿Contraseña, por favor?', preguntó Fátima.
'Los días del Águila son cortos e intensos.'
Fátima abrió la puerta de abajo y se quedó esperando a tener que abrir la otra.
Antes de que a Susana le diese tiempo a llamar al timbre o a dar golpes en la puerta, Fátima estaba al quite, mirando por la mirilla, y abrió la puerta en cuanto la vio entrar en plano.
'Hola', sonrió Susana desde el rellano, una mujer pequeña y arrugada que vestía un largo vestido de flores estampadas, ahora cubierto por una gabardina fina perfecta para esa temperatura de otoño.
'Buenos días', dijo Fátima, ofreciendo media reverencia a la mujer y extendiendo sus brazos para coger su abrigo. Susana se quitó la gabardina y la dejó en los brazos de Fátima.
'Ya hemos hablado de las reverencias, querida', dijo mientras seguía con la cabeza alta y sonriéndose por el respeto que rechazaba pero disfrutaba.
'Lo siento, Ma', dijo Fátima mirando con dificultad a Susana, que se sentó en el sofá. Fátima colgó la gabardina en el perchero y se sentó en frente de la anciana en una silla.
Lourdes volvió al segundo, vestida con una blusa rosácea que dejaba sus brazos al descubierto y una falda holgada que caía hasta las rodillas. Cuando vio a Susana, reprimió una reverencia a mitad de flexionar las piernas, se reincorporó y carraspeó.
'Buenos días, Ma.'
'Hola, hija', sonrió Susana. '¿Preparadas?'
Las dos mujeres asintieron. Susana aprobó asintiendo de vuelta, se levantó y se sentó en la cabecera de la mesa del salón. Fátima y Lourdes se sentaron cada una a un lado. Susana extendió un brazo hacia cada una con las palmas de las manos hacia arriba, ellas posaron sus manos correspondientes encima de la de Susana, también con las palmas hacia el techo, y extendieron los brazos contrarios hasta que, con las palmas contra la mesa, sus dedos chocaban.
'¡Oh, Perséfone, diosa del Inframundo!', exclamó Susana. 'Perséfone, esposa de Hades y reina de su mundo, nuestro aquelarre es pequeño pero devoto. Vuestra sabiduría nos guía como las estaciones transportan nuestras almas hacia el futuro, por ello os pedimos que vuestra fiereza, vuestro tesón y vuestra paciencia nos sean otorgadas. ¡Oh, Perséfone, diosa del Inframundo! Os rogamos vuestra aprobación, vuestra bendición.'
La mesa empezó a vibrar con suavidad, produciendo un ruido semejante al del ronroneo de los gatos, y la porción de la misma que estaba en el interior del triángulo formado por los brazos de las brujas se iluminó. Unos trazos elegantes se empezaron a grabar en la mesa. Motivos de plantas otoñales, hiedras y árboles a medio desplumar formaban en relieve ahora la mitad de la mesa, pero, en vez de quedarse quietos como haría cualquier obra de carpintero mortal, se movían y cambiaban de posición, desaparecían y dejaban su lugar a nuevos dibujos y relieves.
Finalmente, un único árbol grande y vasto abarcaba el triángulo. Sus raíces estarían en el lugar de Susana mientras que la copa apenas llegaba a los brazos de Lourdes y Fátima. Su copa estaba dividida en cuatro porciones, cada una representado una de las estaciones: el invierno estaba desnudo y tímidos carámbanos de hielo colgaban de las ramas, la primavera estaba repleta de hojas verdes y flores coloridas, el verano amarilleaba y las flores empezaban a estar tristes e incluso desaparecidas y en el otoño sus hojas estaban a medio caer, marrones y amarillas. El tronco compartía dos de estas estaciones: la primavera y el otoño.
Susana sonrió y aferró las manos de sus acólitas. Inspiró y expiró con satisfacción, echando la cabeza hacia atrás, dirigiendo sus fosas nasales hacia el techo. Lourdes y Fátima se miraron, entrelazaron los dedos de sus manos y se acariciaron las mismas con los dedos reposados en los dorsos.


Luna acabó de escribir bien entrada la noche. Se sentía exultante, deseando seguir escribiendo pero consciente de que si escribía una sola nota más le acabaría explotando la cabeza. Miró el reloj. Eran las diez y media así que fue a la cocina a prepararse la cena.
Cogió un par de rebanadas de pan de molde, sacó queso de la nevera y se hizo un sándwich de queso. Lo metió en el microondas. Mientras se calentaba, cogió del armario un paquete de palomitas. Sacó el sándwich con el queso fundido y dejó que se enfriase un poco mientras ponía las palomitas a calentar en el microondas durante tres minutos.
Se llevó el sándwich al salón y lo dejó sobre la mesa. Colocó una servilleta y un vaso en la mesa. Cogió un bol grande para las palomitas y lo llevó a la cocina. Esperó de pie, en la cocina, mientras oía cómo las palomitas explotaban dentro de su embalaje.
Sonó el timbre, así que se extrañó. Aunque hacía poco que había mirado la hora, comprobó que eran más de las diez y media. Pensando en quién podría ser, llegó a la puerta y miró por la mirilla. Una mujer de tez oscura esperaba.
Abrió. La mujer vestía una camiseta de tirantes blanca debajo de una sudadera con capucha de cremallera, llevaba unos vaqueros relativamente ajustados, portaba una mochila a la espalda y de su hombro colgaba un carcaj con un arco y flechas. En la mano derecha llevaba una lanza. Estaba apoyada con el hombro en el que no llevaba el carcaj, el izquierdo, en la pared. La sonrió.
'¿Luna?', preguntó ya sabiendo la respuesta. Luna asintió. La mujer se cambió de mano la lanza y le ofreció la mano derecha para estrecharla. 'Diana.'
Luna arqueó las cejas, sorprendida. Tardó unos segundos en reaccionar, procesando de dónde debería conocer a Diana. Una vez la ubicó, la estrechó la mano.
'Encantada de conocerte en persona', dijo.
'Lo mismo digo', Diana se incorporó de la pared. '¿Puedo pasar?'
'Eh...', Luna dudaba porque aunque habían hablado mucho por Tumblr en realidad no conocía a esa persona. 'Vale.'
'Gracias', entró en la casa. Luna cerró la puerta y la siguió. Diana entró al salón y dejó sus cachivaches en el sofá y depositó con cuidado la mochila en el suelo, apoyada contra la pared. 'Tendrás muchas preguntas, supongo.'
Luna asintió, sin habla ahora que había computado que Diana había entrado con nada menos que dos armas blancas a su casa. Diana se sentó en la única silla que había y se quitó las botas de montaña. Se quitó los calcetines y estiró los dedos, moviendo en círculos los pies, exhalando de placer.
'La versión corta de por qué estoy aquí es que soy una diosa', dijo Diana, 'y necesito tu ayuda.'
Luna se quedó tal y como estaba, con la boca abierta de par en par.
'Según lo que me contaste cuando empezamos a hablar por Tumblr, eres excelente tiradora con arco, te encanta la mitología, cualquier mitología, haces deporte aunque no sabes por qué, y eres virgen', continuó Diana. 'No, eso no me lo dijiste tú', añadió al ver la cara de Luna, 'pero mi olfato no falla. Como sabrás, Diana (o Artemisa) entre otras cosas es la diosa de la caza y es virgen; es decir, yo soy la diosa de la caza y virgen. Que era una manera de decir en el pasado que era asexual. Sea como fuere, no puedo evitar ver en ti mucho de mí, y nuestros debates sobre tantas cosas me hicieron ver que podrías ser una buena vestal.'
Luna seguía sin dar crédito, sentía cómo se le resecaba la boca de estar tanto abierta y la baba empezaba a caer por la barbilla. Se la limpió y cerró la boca.
'Y qué mejor momento para empezar que cuando tengo ante mí semejante empresa', continuó Diana. 'Luna, una guerra se cierne en nuestro mundo, el mío y el tuyo. Poseidón y Zeus han declarado la guerra a su hermano Hades y nos han obligado a elegir bando. Naturalmente, no me he decidido, me caen todos igual de mal, así que si aceptas mis regalos: longevidad, entrenamiento y otras muchas cosas, serás tú quien decida. Te doy hasta mañana al salir el sol para decidirte. ¿Te lo vas a comer?'
Diana señaló el sándwich de queso recién hecho. Luna negó. Diana lo cogió y empezó a comer, le lanzó un pulgar hacia arriba y sonrió.

miércoles, 22 de febrero de 2017

Crónica de un premio casi estimulante: Oscars 2017

Hola. Sí, soy yo otra vez. El pesado de los Oscars. Es cierto, puede que tenga ciertos problemas al pensar que a alguien le importa un comino lo que pienso, y releyendo opiniones de años pasado igual debería porque hay opiniones que han cambiado. Aun así, aquí están mis elecciones del año más una critiquilla o comentario por cada película nominada a Mejor Película. Este año me ha parecido mucho más interesante que otros años, en los que dos películas como mucho eran las que alegraban la vida en unos premios solos. Si sólo nominasen cinco, en vez de nueve, la vida sería mucho más maravillosa (Mis elecciones en ese caso sería que nominasen La La Land, Moonlight, Manchester by the Sea, Arrival y Hell or High Water como el cupo patriota) y si no fuese porque La La Land se lo va a llevar todo, y repartiesen los premios, este sería uno de los mejores años. Curioso que también sea uno de los años más diversos, ¿eh?


ARRIVAL (La llegada). Me encanta, pero pierde fuerza cuando piensas en ella tiempo después. Es ciencia-ficción que se lo toma con calma y que invierte más emoción y cerebro que acción, siguiendo la línea de 2001 (sin ánimo de comparación, por favor) e Interstellar, pero sin la sobre-explicación de Nolan. Quizá por eso es una película valiente, aunque ligeramente diseñada para premios. En muchos sentidos me recordó a Enemy (la cual no me gustó), pero en esta las intenciones del director para hacerme sentir se cumplieron. Indignante, hasta cierto punto, que no hayan nominado a Amy Adams (y sí a Meryl Streep, que lo hace bien pero no excelente). La cuarta en el ranking. 4/9


FENCES. Todos los problemas que tiene la película o bien vienen de los problemas que tuviese la obra de teatro o bien del hecho de que es un calco de una obra de teatro. Casi nada en esta película es intencionalmente cinematográfico, pero no por ello es una mala película. Al fin y al cabo, del resto de las artes el teatro es la más cercana al cine. Definitivamente una de las más débiles de entre las nominadas y, aun así, mejor que las más débiles de otros años. La séptima en el ranking. 7/9


HACKSAW RIDGE (Hasta el último hombre). Por supuesto que tenían que nominar una película de moralina pura y beata religiosidad. Es el extraño cupo patriótico de este año, en el que un hombre es pacifista no tanto por las razones equivocadas como por la gracia divina. Hecha de manera regular, irradia más catecismo que las clases de Religión en un instituto público. En muchos sentidos peor que Silence, y en otros sentidos extrañamente mejor. Andrew Garfield de ha graduado en cristianismo y bueno, al menos no lo hace MAL. Es la película mala de esta edición. La última (novena) en el ranking. 9/9


HELL OR HIGH WATER (Comanchería). Por la historia que cuenta uno esperaría una americanada como Hacksaw o un western crepuscular que lo intenta, pero no llega; y no deja de ser una americanada. Pero me quito el sombrero ante el guion de Taylor Sheridan, y reconozco que estoy influenciado por lo que él mismo dijo sobre ser alérgico a la sobreexposición en los diálogos, pero qué guion. Sí, tiene tantos fallos como virtudes, el personaje de Jeff Bridges es bastante básico, es un campo de nabos y se podría discutir su racismo, pero la película te cuenta la historia lo mejor que puede dadas las circunstancias. La quinta en el ranking. 5/9


HIDDEN FIGURES (Figuras ocultas). Muy necesaria por el momento en el que vivimos porque la protagonizas mujeres afroamericanas y está basada en hechos reales, pero hasta cierto punto diluida en un blanqueamiento para satisfacer tanto a audiencias afroamericanas como blancas. Como película es algo deficiente y carece del pulso y de la rabia que le habrían dado cineastas que no fuesen blancos (tanto dirección como guion y edición están ocupadas por blancos); y busca con tanto ahínco satisfacer a todas las audiencias y necesidades sociales que la calidad de la película hace aguas. Y, aun así, en vez de nominar a Meryl podrían haber nominado a Taraji P. Henson. La sexta en el ranking. 6/9


LA LA LAND (La ciudad de las estrellas). Esta es casi perfecta. Sí, tiene fallos, como la trama del jazz de Ryan Gosling y cómo su personaje, aunque mostrado como minoría en el jazz, es el protagonista; pero como musical romántico que es, las aspiraciones sociales de la película son nulas. ¿Eso justifica sus fallos o rechaza las críticas de a quienes no ha gustado? No, por supuesto. A mí me parece una maravilla, pero es mi opinión. La primera en el podio. 1/9


LION. El cupo humanista de la edición, y probablemente la película que más se ciñe al esquema de las películas diseñadas para los premios. Está bien, no está mal. No tiene problemas gigantescos, no tiene virtudes excelentes. La octava en el ranking (y a años luz de la última). 8/9


MANCHESTER BY THE SEA (Manchester frente al mar). Buah, qué buah. El drama de los dramas y, sin embargo, no te fuerza las emociones. Te deja que observes la vida de sus protagonistas y no te juzga cuando lloras o cuando no lloras, no te lo provoca con la dirección, sino con los personajes. Es un drama que te deja respirar de la misma manera que te acongoja por su liviandad. Pero, ¿Michelle Williams nominada? Literalmente sale en dos escenas de peso. La segunda en el podio. 2/9


MOONLIGHT. En varios momentos una película mucho más sólida que prácticamente cualquiera de las demás nominadas, en otros va más a la deriva. Sin saber decidirse muy bien qué etapa de la vida de Chiron es la más importante, opta por darle más peso a Black (la tercera etapa). La película camina la línea de la excelencia y es sin duda una de las más fuertes y sólidas de los premios. Y, con Hidden Figures, el arma perfecta contra Trump (negros y gays en esta, negras y mujeres en la anterior). La tercera en el podio. 3/9



Mejor maquillaje y peluquería: Joel Harlow y Richard Alonzo por Star Trek Beyond.

Mejor diseño de producción: David Wasco y Sandy Reynolds-Wasco por La La Land.

Mejor vestuario: Mary Zophres por La La Land.

Mejor edición de sonido: Sylvain Bellemare por Arrival.

Mejor mezcla de sonido: Bernard Gariépy Strobl y Claude La Haye por Arrival.

Mejor canción: ‘Audition (The Fools Who Dream)’ de La La Land.

Mejor música original: Justin Hurwitz por La La Land.

Mejores efectos visuales: Steve Emerson, Oliver Jones, Brian McLean y Brad Schiff por Kubo and the Two Strings.

Mejor película de animación: Kubo and the Two Strings.

Mejor fotografía: James Laxton por Moonlight.

Mejor edición: Tom Cross por La La Land.

Mejor guion adaptado: Barry Jenkins por Moonlight.

Mejor guion original: Kenneth Lonergan por Manchester by the Sea.

Mejor actor de reparto: Mahershala Ali por Moonlight y Lucas Hedges por Manchester by the Sea.

Mejor actriz de reparto: Viola Davis por Fences.

Mejor actor principal: Casey Affleck* por Manchester by the Sea.

Mejor actriz principal: Emma Stone por La La Land.

Mejor dirección: Barry Jenkins por Moonlight.

Mejor película: La La Land**.


*Affleck es realmente el mejor actor, al menos desde mi punto de vista, pero que gane cualquiera de los otros lo considero no sólo aceptable, sino beneficioso, por lo de premiar a alguien acusado de acoso sexual, si bien en este caso se resolvió en su momento.

**Cualquiera de las que completan el podio (Manchester by the Sea y Moonlight) pueden, deben y merecen el Oscar. La La Land es mi película favorita de las tres, pero las tres tienen suficiente calidad como para llevárselo.