Golpe. Golpe. Golpe. Puñetazo.
Puñetazo. Patada. Coz. Coge aire. Puñetazo. Patada. Coge un palo del suelo.
Golpea con él. Agarra por el cuello a su adversario. Su adversario no toca el
suelo, está en el aire. La cara está ensangrentada. De ambos orificios nasales
salen cascadas rojas. Un ojo morado y el labio superior partido. La barba
blanca de tres días está teñida. El dolor inunda su cuerpo. El torso desnudo
está repleto de moratones. Un par de cortes adornan su brazo derecho; el
izquierdo, roto. El pantalón de chándal está hecho trizas. Dos regueros de
sangre descienden por su pierna derecha. A penas respira. Sufre. Sufre.
Por otro lado, está la agresora.
Joven y esbelta. Tiene los puños ensangrentados, en el derecho tiene el palo,
salpicado de rojo. La camisa que lleva está rota, se ve el sujetador blanco. Tan
solo tiene un pequeño moratón en el lado derecho de su cara. La furia que
refleja la misma hace más daño que cualquiera de los golpes propinados. Jadea
un poco por el esfuerzo. Escupe a su víctima. Siente la excitación de la
superación. Ha conseguido anular la furia del lívido. Suelta al viejo.
La tarde era ciertamente bella.
El día estaba nublado y la frescura en el ambiente era reconfortante. Eran las
seis de la tarde, acababa de salir de la oficina. Feliz. Feliz por el trabajo
bien hecho. A doscientos metros, una obra era observada por un par de hombres
seniles. Comentaban la jugada. Uno de ellos era feliz. El otro era viudo. No
tenía dinero para putas, quería marcha. La joven mujer pasó por delante de
ellos, durante un descanso. Un obrero piropeó a la mujer. El viejo feliz
observó la obra, el viejo viudo la siguió con la mirada. Y con las piernas. Con
fuerza la tapó la boca desde atrás, la golpeó en la mejilla. La estampó contra
una pared de un callejón tenebroso y la arrancó los botones de la camisa. Pero
la rodilla de ella viaja con rapidez y agilidad hasta los estimulados
testículos y los arremete sin contemplaciones. Las tornas se cambian, y el
agredido es él. Se lo buscó. Por pensar con la cabeza equivocada.
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