martes, 22 de julio de 2014

El festín

Sublime entrecot de abeja,
Religioso suave bistec amarillo,
Crujiente hueso de armadillo,
Apaleada blanca lana de oveja.

Tristemente emparentada ardilla,
Reciclada en los muelles con ceja,
Que era hallada clavada con una reja,
Se comió toda esa deliciosa maravilla.

Indispuesto estómago de tal animal
No sintió nada al ser atravesado,
Pues la estocada fue bastante cordial.

El cuerpo quedó a penas desgastado
Y, maquillado para una fiesta formal,
Sangra vísceras y yace pulcro y atusado.

viernes, 18 de julio de 2014

Leoncio Panzarriba y la verdad sobre los libros esos que tanto lo gustan

Si hay algo que hay que tener en cuenta a la hora de hablar con Leoncio es que no le gusta nada ese nombre y que, a menos que queráis morir insertados en unos palos de madera mal afilados, deberéis dirigiros a él como León o “Su Majestad”. Por supuesto, nadie le llama de la segunda manera ya que sería ofensivo para las familias Reales de mundo, aunque, claro, últimamente se ofenden con dos de pipas.

A pesar de todo lo malo que se puede decir de León, la verdad es que es un chiquillo bastante afortunado. 
A parte de ser algo más que un experto en la manufacturación de lanzas de madera, se trata del único ser humano capaz de hablar con los codos y no me refiero a la metáfora. Literalmente habla por los codos, algo que le ha acarreado más una burla y alguna que otra oferta indecente por parte de mujeres y hombres morbosos y fetichistas, y pervertido porque tiene dieciséis años. Os asombraría la cantidad de personas van buscando por bares y lupanares a personas capaces de hablar por los codos.

Luego está el dato más relevante de la vida de Leoncio Panzarriba Rodríguez: un día claro, en el que el sol jugueteaba a salir detrás de las montañas del Valle del Caído, que no ha de confundirse con el Valle de los Caídos ya que en éste último está enterrado el dictador Franco y en el primero simplemente se adora a Lucifer, lo que hace mucho menos daño a la humanidad, León salió a la calle. Tenía once años y era verano y, como no podía ser de otra manera, esperaba ansioso su carta de Hogwarts, lo cual era inútil porque no estaba en Gran Bretaña, sino en pueblucho alejado de la mano de Dios en la estepa Castellana. No vale la pena que busquéis el pueblo porque no está en ningún mapa. El caso es que el niño, al ser capaz de hablar por los codos y haber leído ya varios libros, pero no todos, de Harry Potter, necesitaba ser un mago.

La fortuna parecía sonreírle hasta el momento: vivía con sus tíos, a los que se había obligado a sí mismo a odiar aunque le trataban muy bien, tenía una cicatriz en la mejilla izquierda (aunque sus tíos insistían en que era una pequeña marca de nacimiento) y su pelo negro crecía sin ton ni son. Miró él personalmente el buzón y nada, otro día de verano en el que no había rastro de la carta de Hogwarts.

Se había resignado a que la magia era mentira y que los libros era solo eso, libros, cuando una noche calurosa, llegó una lechuza a la casa. Era parda, inteligente y llevaba consigo una carta. La carta no era de Hogwarts, pero sí de su homólogo español.

Su tío, Alberto, cogió la carta y corrió a darle un abrazo a León. Resulta que no le habían dicho que era un mago porque ya había leído cosas sobre ellos y creían que lo había deducido y descubrió, para su asombro, que sus tíos también lo eran, al igual que el resto del pueblo.

Interesante historia, ¿verdad? PUES ES TODO MENTIRA, NO EXISTE LA MAGIA. NI LA MAGIA, NI HOGWARTS, NI CUATRO CAMPEADORES*, NI HARRY POTTER, NI NADA. QUE NO OS ENGAÑEN, ES TODO MIERDA EMBUTIDA Y REVESTIDA DE BONITAS HISTORIAS DE AMOR, AVENTURAS Y AMISTAD. Alguien tenía que decirlo.




*Cuatro Campeadores es el homólogo a Hogwarts en España, fue fundado por cuatro magos muy poderosos, el único conocido en el mundo Muggle era el Cid Campeador, y tiene una estructura académica exacta a la de Hogwarts. Estos magos, aunque los más poderosos de España, no le llegaban a la suela de los zapatos a los británicos y hasta tenían menos imaginación por lo que no pusieron un nombre muy original, la verdad. En la actualidad, equipara en calidad a los mejores de Europa y ha estado a punto de participar en el Torneo de los Tres Magos en más de una ocasión, perdiendo el puesto frente a los búlgaros debido a los contactos (y algún que otro escándalo de soborno) con el comité que acepta a los colegios participantes. El Gobierno mágico en España es, contra todo pronóstico, lo contrario al Gobierno Muggle y están a la cabeza de Europa, a excepción de Gran Bretaña.

domingo, 6 de julio de 2014

No todos los héroes sobreviven

Merodeaba sigilosamente mientras grababa todo con su pequeña estilográfica. O eso quería él. En realidad caminaba torpemente detrás del conserje mientras se fijaba mucho en que nadie lo veía. De vez en cuando tropezaba con alguna baldosa rota o algún banco de la pared. Afortunadamente el conserje estaba más sordo que una tapia y seguía caminando lenta pero decididamente hacia adelante.

Al poco rato, el conserje giró noventa grados, abrió una puerta y entró en la habitación a la que llevaba dicha puerta. Cerró tras de sí y, según pudo oír su perseguidor, echó la llave.

La desesperación conquistó a nuestro héroe y se resignó a tener que proseguir su investigación algún otro día de la semana. Dio media vuelta y se fue por donde había venido. Iba a salir por la puerta del edificio cuando escuchó un grito prolongado y aparentemente femenino.

Se paró en seco, sacó pecho y volvió a dar media vuelta. Sacó de su espalda una pistola, la cargó y avanzó lentamente hacia el eco del grito.

Llegó a la puerta en la que había entrado el conserje y la encontró abierta de par en par. Había un rastro de sangre que se alejaba. Echó a correr ladeado y con cierta gracia cómica. Se escurrió con la sangre, cayó y se golpeó en la cabeza muy fuerte. Perdió el conocimiento, lamentablemente.

*                                        *                       *                       *                                            *

Se despertó atado a una silla. Estaba en lo que parecía un sótano y vio que delante tenía a la mujer que había gritado. Estaba colgada del techo con las manos atadas, la cabeza baja y completamente ensangrentada. Estaba desnuda, pero no se le puso tiesa a nuestro héroe porque no estaba el horno para bollos. Él, por el contrario, estaba vestido lo que dejaba bien clara la orientación sexual del agresor, la cual era algo enfermiza. Tenía una bola de tela metida en la boca y una tira de cinta americana plateada, la típica para estas situaciones, tapaba sus labios y los mantenía cerrados.

Intentó zafarse de todo pero solo consiguió caerse. Empezó a llorar.

Al rato llegó el conserje, quien enderezó a nuestro héroe y le quitó la mordaza.

-¿Para quién trabajas? ¿Quién eres? ¿Quién más lo sabe?

-Vete a la mierda -respondió, luego escupió al conserje en la cara.

-Contaré hasta diez, sino me contestas la mataré.

-Ya está muerta.

-No, pero la mataré si no me contestas -amenazó el conserje mientras despertaba a la mujer de su letargo.

La mujer tardó poco en despertarse y gritó. El conserje le tapó la boca con la mano a la par que susurró palabras amenazadoras en su oído. Ella calló y miró a nuestro héroe mientas sollozaba. Le dolían partes del cuerpo que no sabía que tenían sensibilidad y se sentía sucia en sus partes íntimas.

-Diez…

-No lo harás, te gusta hacerla sufrir.

-Cinco…

-¡Eh, eh! Cuenta más despacio.

-Tres, dos…

Nuestro héroe desafió al conserje con la mirada y guardó silencio.

-Uno.

El conserje rompió el cuello de la mujer con un único y brutal movimiento de brazos. Nuestro héroe gritó de dolor y las lágrimas empezaron a caer con mayor intensidad. Se revolvió en la silla y empezó a amenazar al conserje.

-Quien avisa no es traidor. Ahora habla o el próximo serás tú.

Con la furia, el dolor y la agitación del momento subió la adrenalina de su cuerpo y, de repente, tuvo una fuerza hercúlea momentánea que le sirvió para romper las cuerdas que lo ataban al respaldo de la silla y a las patas de la misma. Siempre gritando, se abalanzó sobre el conserje quien todavía llevaba ventaja.

El conserje inutilizó e inmovilizó a nuestro héroe.

-Te lo he advertido -susurró a su oído.

Soltó a nuestro hombre impulsivamente, quien estaba algo aturdido, cogió un machete del suelo y cortó la cabeza de nuestro héroe de un tajo. A penas sintió nada. La cabeza se quedó en su sitio durante unos momentos hasta que cayó al suelo y rodó unos pocos metros.

viernes, 4 de julio de 2014

Sassy, Cutie, Dick

Un relámpago cruzó la noche e iluminó la cara de Sassy el Sastre. Su cara estaba zambullida en mala leche y cierto toque de sarcasmo. Era alto, delgado e inexplicablemente grácil. Se movía con estilo y daba tajos a la ropa con una precisión felina.

Otro relámpago iluminó la noche y cruzó la cara de Cutie la Cazadora. Su cara arrojaba fiereza y amabilidad a partes iguales, aderezada con algunas pecas en las mejillas. Era alta, fornida e inexplicablemente grácil. Estaba quieta con mucha presencia y sus brazos y piernas esquivaban los tajos del sastre imperceptiblemente.

Los truenos empezaron a cobrar fuerza y algún rayo que otro fue visible a través de la ventana.

Sassy el Sastre pensaba que su cliente actual era bastante hermoso, pero no era su tipo de persona ya que era una mujer. También jugueteaba con la idea de que ella debía estar muy desesperada por conseguir el traje ya que había aparecido en medianoche y con un buen fajo de billetes. Obviamente le estaba cobrando mucho más de lo que cobraba a la gente que iba a la sastrería a horas normales y que hacía pedidos mucho más ordinarios y comunes. Meter el bajo, acortar las mangas, ajustar los trajes a los hombros…lo normal. Pero eso era demasiado, era un traje finísimo y de la mejor calidad, de hombre y no de mujer, y le había pedido que lo quería roto milimétricamente. Una locura. Por supuesto no le había dicho nada, salvo un comentario sarcástico acerca de su “delicado cuerpo” y una reverencia a la que cualquier otra persona con dos dedos de frente se habría subida al grito de “¡YIIIHAAA!”.

Cutie la Cazadora pensaba que el sastre era muy desagradable tanto en modales como en educación, siendo ella la única persona que entendía la diferencia entre esos dos conceptos. También tanteaba la posibilidad de asesinarlo para así no tener que pagar ya que necesitaría mucho dinero para hacer lo que quería hacer. Pero necesitaba un sastre porque ella no tenía tanto pulso como para hacer los cortes a la ropa ella misma. Aunque todo daba igual porque, como cualquier otra misión, acabaría desnuda en medio del desierto, con una mano delante y otra detrás. Ya llegaría Dick el Doctor con ropa y un vehículo apropiado para salir de allí. Y claro, no podía asesinar al sastre porque el doctor se iría.

Dick el Doctor estaba precisamente en esa sala, pero los relámpagos no iluminaban su cara. Estaba sentado, vistiendo un traje a medida, con las piernas cruzadas y un vaso de whiskey en la mano derecha. Era alto, musculoso y su cara parecía estar esculpida por los ángeles. Dick el Doctor no era doctor, era el juguete sexual de Cutie y siempre jugaban a médicos y pacientes. Dick el Doctor no pensaba porque nadie necesitaba que pensase, no como otros hombres que no piensan aunque el resto de la humanidad lo necesite.

Nadie hablaba, dos de las tres personas pensaban y tan sólo una de ellas tenía claro su lugar en el mundo y era absolutamente feliz. La persona feliz era la que no pensaba, por supuesto.
Cuando el Sassy el Sastre acabó el traje de Cutie la Cazadora, Dick el Doctor se levantó y miró a su jefa. Ella le dio la señal, que consistía en guiñar el ojo izquierdo al tiempo que hacía el pino, y él procedió al rápido y muy agradable proceso de quitarse la ropa.

Sassy el Sastre se quedó paralizado ante la belleza hercúlea del acompañante de su cliente, a quien a partir de ahora se dirigiría en sus pensamientos como Cliente Adjunto. Pero él no era su tipo de persona porque era un hombre. Dick se dirigió hacia Sassy y, con una sonrisa estúpida, empezó a darle una paliza de aúpa. La sangre salpicaba por todos lados y el desnudo cuerpo de Dick se coloreaba poco a poco con la pintura de la vida. A cada movimiento de violencia, sus músculos se tensaban y destensaban provocando en cualquiera que tuviese el honor de presenciar la escena orgasmos múltiples por doquier. Cutie era quien tenía el honor y estaba alejada, observando desde lejos para no mancharse.

Sassy estaba muerto y no le importaba mucho porque estaba muerto y a los muertos no les importan las mismas cosas que a los vivos. A los muertos no les importa estar muertos porque, en realidad, no se enteran de que están muertos y, aunque les cuesta un rato darse cuenta, acaban por resignarse a no vivir. Lo cual es fácil, ya que están muertos.

Cutie estaba viva, contenta y con una misión muy importante por delante. Ya estaba preparada y ver a Dick matar a puñetazos siempre le ponía cachonda y la calentaba para ponerse trabajar.

Dick estaba vivo, sucio y con la sonrisa de quien es feliz porque no piensa. No pensaba porque no pudiese o tuviese algún problema mental, sino porque una vez pensó y le dio dolor de cabeza.