viernes, 18 de julio de 2014

Leoncio Panzarriba y la verdad sobre los libros esos que tanto lo gustan

Si hay algo que hay que tener en cuenta a la hora de hablar con Leoncio es que no le gusta nada ese nombre y que, a menos que queráis morir insertados en unos palos de madera mal afilados, deberéis dirigiros a él como León o “Su Majestad”. Por supuesto, nadie le llama de la segunda manera ya que sería ofensivo para las familias Reales de mundo, aunque, claro, últimamente se ofenden con dos de pipas.

A pesar de todo lo malo que se puede decir de León, la verdad es que es un chiquillo bastante afortunado. 
A parte de ser algo más que un experto en la manufacturación de lanzas de madera, se trata del único ser humano capaz de hablar con los codos y no me refiero a la metáfora. Literalmente habla por los codos, algo que le ha acarreado más una burla y alguna que otra oferta indecente por parte de mujeres y hombres morbosos y fetichistas, y pervertido porque tiene dieciséis años. Os asombraría la cantidad de personas van buscando por bares y lupanares a personas capaces de hablar por los codos.

Luego está el dato más relevante de la vida de Leoncio Panzarriba Rodríguez: un día claro, en el que el sol jugueteaba a salir detrás de las montañas del Valle del Caído, que no ha de confundirse con el Valle de los Caídos ya que en éste último está enterrado el dictador Franco y en el primero simplemente se adora a Lucifer, lo que hace mucho menos daño a la humanidad, León salió a la calle. Tenía once años y era verano y, como no podía ser de otra manera, esperaba ansioso su carta de Hogwarts, lo cual era inútil porque no estaba en Gran Bretaña, sino en pueblucho alejado de la mano de Dios en la estepa Castellana. No vale la pena que busquéis el pueblo porque no está en ningún mapa. El caso es que el niño, al ser capaz de hablar por los codos y haber leído ya varios libros, pero no todos, de Harry Potter, necesitaba ser un mago.

La fortuna parecía sonreírle hasta el momento: vivía con sus tíos, a los que se había obligado a sí mismo a odiar aunque le trataban muy bien, tenía una cicatriz en la mejilla izquierda (aunque sus tíos insistían en que era una pequeña marca de nacimiento) y su pelo negro crecía sin ton ni son. Miró él personalmente el buzón y nada, otro día de verano en el que no había rastro de la carta de Hogwarts.

Se había resignado a que la magia era mentira y que los libros era solo eso, libros, cuando una noche calurosa, llegó una lechuza a la casa. Era parda, inteligente y llevaba consigo una carta. La carta no era de Hogwarts, pero sí de su homólogo español.

Su tío, Alberto, cogió la carta y corrió a darle un abrazo a León. Resulta que no le habían dicho que era un mago porque ya había leído cosas sobre ellos y creían que lo había deducido y descubrió, para su asombro, que sus tíos también lo eran, al igual que el resto del pueblo.

Interesante historia, ¿verdad? PUES ES TODO MENTIRA, NO EXISTE LA MAGIA. NI LA MAGIA, NI HOGWARTS, NI CUATRO CAMPEADORES*, NI HARRY POTTER, NI NADA. QUE NO OS ENGAÑEN, ES TODO MIERDA EMBUTIDA Y REVESTIDA DE BONITAS HISTORIAS DE AMOR, AVENTURAS Y AMISTAD. Alguien tenía que decirlo.




*Cuatro Campeadores es el homólogo a Hogwarts en España, fue fundado por cuatro magos muy poderosos, el único conocido en el mundo Muggle era el Cid Campeador, y tiene una estructura académica exacta a la de Hogwarts. Estos magos, aunque los más poderosos de España, no le llegaban a la suela de los zapatos a los británicos y hasta tenían menos imaginación por lo que no pusieron un nombre muy original, la verdad. En la actualidad, equipara en calidad a los mejores de Europa y ha estado a punto de participar en el Torneo de los Tres Magos en más de una ocasión, perdiendo el puesto frente a los búlgaros debido a los contactos (y algún que otro escándalo de soborno) con el comité que acepta a los colegios participantes. El Gobierno mágico en España es, contra todo pronóstico, lo contrario al Gobierno Muggle y están a la cabeza de Europa, a excepción de Gran Bretaña.

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