Si hay algo que hay que tener en cuenta a la hora de hablar
con Leoncio es que no le gusta nada ese nombre y que, a menos que queráis morir
insertados en unos palos de madera mal afilados, deberéis dirigiros a él como
León o “Su Majestad”. Por supuesto, nadie le llama de la segunda manera ya que
sería ofensivo para las familias Reales de mundo, aunque, claro, últimamente se
ofenden con dos de pipas.
A pesar de todo lo malo que se puede decir de León, la
verdad es que es un chiquillo bastante afortunado.
A parte de ser algo más que
un experto en la manufacturación de lanzas de madera, se trata del único ser
humano capaz de hablar con los codos y no me refiero a la metáfora.
Literalmente habla por los codos, algo que le ha acarreado más una burla y
alguna que otra oferta indecente por parte de mujeres y hombres morbosos y
fetichistas, y pervertido porque tiene dieciséis años. Os asombraría la
cantidad de personas van buscando por bares y lupanares a personas capaces de
hablar por los codos.
Luego está el dato más relevante de la vida de Leoncio Panzarriba
Rodríguez: un día claro, en el que el sol jugueteaba a salir detrás de las
montañas del Valle del Caído, que no ha de confundirse con el Valle de los
Caídos ya que en éste último está enterrado el dictador Franco y en el primero
simplemente se adora a Lucifer, lo que hace mucho menos daño a la humanidad,
León salió a la calle. Tenía once años y era verano y, como no podía ser de
otra manera, esperaba ansioso su carta de Hogwarts, lo cual era inútil porque
no estaba en Gran Bretaña, sino en pueblucho alejado de la mano de Dios en la
estepa Castellana. No vale la pena que busquéis el pueblo porque no está en
ningún mapa. El caso es que el niño, al ser capaz de hablar por los codos y
haber leído ya varios libros, pero no todos, de Harry Potter, necesitaba ser un mago.
La fortuna parecía sonreírle hasta el momento: vivía con sus
tíos, a los que se había obligado a sí mismo a odiar aunque le trataban muy
bien, tenía una cicatriz en la mejilla izquierda (aunque sus tíos insistían en
que era una pequeña marca de nacimiento) y su pelo negro crecía sin ton ni son.
Miró él personalmente el buzón y nada, otro día de verano en el que no había
rastro de la carta de Hogwarts.
Se había resignado a que la magia era mentira y que los
libros era solo eso, libros, cuando una noche calurosa, llegó una lechuza a la
casa. Era parda, inteligente y llevaba consigo una carta. La carta no era de
Hogwarts, pero sí de su homólogo español.
Su tío, Alberto, cogió la carta y corrió a darle un abrazo a
León. Resulta que no le habían dicho que era un mago porque ya había leído
cosas sobre ellos y creían que lo había deducido y descubrió, para su asombro,
que sus tíos también lo eran, al igual que el resto del pueblo.
Interesante historia, ¿verdad? PUES ES TODO MENTIRA, NO
EXISTE LA MAGIA. NI LA MAGIA, NI HOGWARTS, NI CUATRO CAMPEADORES*, NI HARRY
POTTER, NI NADA. QUE NO OS ENGAÑEN, ES TODO MIERDA EMBUTIDA Y REVESTIDA DE
BONITAS HISTORIAS DE AMOR, AVENTURAS Y AMISTAD. Alguien tenía que decirlo.
*Cuatro Campeadores es el homólogo a Hogwarts en España, fue
fundado por cuatro magos muy poderosos, el único conocido en el mundo Muggle
era el Cid Campeador, y tiene una estructura académica exacta a la de Hogwarts.
Estos magos, aunque los más poderosos de España, no le llegaban a la suela de
los zapatos a los británicos y hasta tenían menos imaginación por lo que no
pusieron un nombre muy original, la verdad. En la actualidad, equipara en
calidad a los mejores de Europa y ha estado a punto de participar en el Torneo
de los Tres Magos en más de una ocasión, perdiendo el puesto frente a los
búlgaros debido a los contactos (y algún que otro escándalo de soborno) con el
comité que acepta a los colegios participantes. El Gobierno mágico en España
es, contra todo pronóstico, lo contrario al Gobierno Muggle y están a la cabeza
de Europa, a excepción de Gran Bretaña.
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