jueves, 13 de marzo de 2014

El violento fuego de Asgard

Os voy a contar una pequeña historia. Pequeña, estúpida e ínfima historia. Estúpida, turbulenta, auténtica y surreal. Y un poco intensa. Pero sobre todo estúpida.

Es una historia estúpida porque es de amor, y todos sabemos que el amor es la definición más indulgente de la estupidez. El amor se abre camino a duras penas porque es lo que tiene que hacer, es lo que necesitan las personas para reproducirse sin parar. Por eso la historia es estúpida, porque habla del amor.

La historia es surreal porque es auténtica, y la vida real supera con creces a la ficción en multitud de ocasiones. En este caso la supera tanto que es difícil creerse nada de nada, pero fuck it all. Es tan pero que tan surreal que el propio Dalí a su lado parece una persona normal y corriente sin ningún tipo de fijación extravagante y obsesiva con el sexo y la masturbación y el onanismo místico.

Y también es turbulenta porque enfocaré la historia desde el punto de vista menos dulcificado de todos. Eso lo hago porque estoy sick and tired de todas las historias de Disney alegres y musicales. En esta historia hay música, obviamente, pero es satánica, perturbadora, atronadora y muy vertical.

Y lo más gracioso de todo es que se me ha olvidado la historia y que ahora os vais a quedar con las ganas. Pero es que no recuerdo nada de nada. Será un recuerdo reprimido porque otra cosa no creo que sea. Tenía algo que ver con fuego pero ni idea.

Lo siento. No debía ser importante.

Bueno, pues nada. Ya os avisaré, ¿vale?

Espero que durmáis bien sin saber la historia.


See ya around.

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