jueves, 20 de marzo de 2014

Sebastián, el cabrón de Checoslovaquia

Alegré me por ventura
de cierta dicha auspiciada
por medio de brujería malvada
que cierta es mi cordura.
Y así estaban las cosas
en el cielo y el infierno
tan mal como un cuerno
y, por ventura, musculosas.
Reventó un dique seco
por el agua jamás derramada,
alquiló a una castora machacada
este frío rincón checo.
Trotó el caballo por la cima,
alboroté mil bares muy felices
acurrucado por mil y una meretrices
que jamás pude tirar a la sima.
Y una simia de buen carácter,
algo tosca y arrogante,
posó en mí sus dulces ojos
y me vio quitándome un piojo.
Salió corriendo dicha fulana
espantada y a velocidad de crucero,
buscando algún otro lucero,
dejando a toda mujer ufana.
Quiso el destino un fin precoz
arrebatando la vida de mi alma,
dejando la mar en calma…
con un limpio corte de tan alargada hoz.
Pero como siempre fui un fantasma,
hablando en forma de metáfora,
a la hora de morir
tan solo me fui a dormir.
Levanté el vuelo careciendo de alas,
floté sin rumbo, con rumbo a ninguna parte
y decidí que mi destino
era a los vivos joder un poquillo.
Así que reventé televisiones,
maté adolescentes,
me follé a algún médium
y embruje casi todas las mansiones.
Y esa es mi historia,
alegre bobalicón en vida,
muerto cabrón en esta otra movida
que claudicó ante tu amor.


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