Alegré me por ventura
de cierta dicha
auspiciada
por medio de brujería
malvada
que cierta es mi
cordura.
Y así estaban las
cosas
en el cielo y el
infierno
tan mal como un
cuerno
y, por ventura,
musculosas.
Reventó un dique seco
por el agua jamás derramada,
alquiló a una castora
machacada
este frío rincón
checo.
Trotó el caballo por
la cima,
alboroté mil bares
muy felices
acurrucado por mil y
una meretrices
que jamás pude tirar
a la sima.
Y una simia de buen
carácter,
algo tosca y
arrogante,
posó en mí sus dulces
ojos
y me vio quitándome
un piojo.
Salió corriendo dicha
fulana
espantada y a
velocidad de crucero,
buscando algún otro
lucero,
dejando a toda mujer
ufana.
Quiso el destino un
fin precoz
arrebatando la vida
de mi alma,
dejando la mar en
calma…
con un limpio corte
de tan alargada hoz.
Pero como siempre fui
un fantasma,
hablando en forma de
metáfora,
a la hora de morir
tan solo me fui a
dormir.
Levanté el vuelo
careciendo de alas,
floté sin rumbo, con
rumbo a ninguna parte
y decidí que mi
destino
era a los vivos joder
un poquillo.
Así que reventé
televisiones,
maté adolescentes,
me follé a algún
médium
y embruje casi todas
las mansiones.
Y esa es mi historia,
alegre bobalicón en
vida,
muerto cabrón en esta
otra movida
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