sábado, 21 de diciembre de 2013

Crossover Smashed


De vez en cuando se levantaba al baño. Su vejiga era pequeña.

Otras veces se levantaba a beber agua. Su sed era infinita.

Luego estaba un par de horas durmiendo, por las apariencias.

Un destello de luz entró por los ojos de las persianas bajadas y atizó su párpado directamente. Abrió sus propios ojos. Se incorporó lentamente, apartando con su mano izquierda la fina sábana que cubría su cuerpo desnudo y voluptuoso. Bajó de la cama por las escaleras, se vistió con unas bragas y salió directa a la cocina. Bostezando, se estiró alzando los brazos hacia arriba. En la cocina se encontraba aquel hombre. Él estaba dormitando encima de su taza de té, esperando a ser despertado.

Ella acarició la espalda desnuda del hombre, que vestía tan solo unos calzoncillos apretados, y cogió una taza para sí misma. Se sentó al lado del hombre, en el lateral contiguo de la cuadrada mesa, y se sirvió un suntuoso y afrodisiaco café.

El silencio era música y estaba siendo interrumpido intermitente y únicamente por los cantos de los pájaros mañaneros que llegaban desde el exterior, que proporcionaban paz interior para los dos.

La maleta que meses antes estuviese en la puerta, ahora se encontraba escondida en algún rincón oscuro esperando a ser desenterrada. Los motivos por los que fueron necesarias tales medidas habían sido olvidados tiempo atrás, estableciendo una pacífica tensión entre la mujer y los que la habían engendrado.

Pensó en que debería volver a casa en algún momento del año. Pero decidió que eso sería otro día, otra semana, otro mes, otra estación. Su venganza sería esa. Esperaba que no estuviese siendo demasiado dura con ellos.

Tanteó cuidadosamente el café, con la esperanza de que no estuviese demasiado caliente. Estaba bien. Coquetamente, el hombre había empezado a acariciar la pierna de ella mientras la miraba sonriente. Él esperaba que, tras tantos meses de compartir cama y de llegar a niveles de confianza tan elevados, ella le devolviese el inocente coqueteo. Pero fue demasiado para ella y tiró el té del muchacho a la cara del mismo.

Él se levantó rápidamente al tiempo que se quedaba boquiabierto. Sin mediar palabra, se metió en la ducha. Ella se levantó lentamente una vez que escuchó el agua de la ducha caer. Su pelo anteriormente pelirrojo se había vuelto negro oscuro azabache y sus virtudes se habían vuelto defectos. Se tumbó en la cama muy contenta, silbando.

Cuando él salió de la ducha, se dirigió a algún rincón oscuro del que sacó la maleta. Entró en la habitación y la empezó a llenar, mientras ella lo insultaba y amenazaba con matar. Él, completamente callado, dejaba caer una pequeña lágrima. Intentó reprimir tales sentimientos y sacó a esa mujer de su vida. Ella se quedó en el rellano de la puerta patidifusa, decepcionada y estúpidamente enfadada.


Su ignorancia era explícita, pero se callaba, por las apariencias.

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