Escrita y dirigida por Joel y Ethan Coen
Cuando hay que afrontar este tipo de películas, de crímenes
y personas comunes, sin nada de épica que ofrecer, es cuando el talento
cinematográfico se eleva. El ritmo pausado y sin prisas que los Coen imprimen a
esta película únicamente se ve superado por la fuerza titánica del reparto, en
especial Billy Bob Thorton. Y no exagero al decir que la fotografía en blanco y
negro es una pequeña joya que nos transmite al expresionismo alemán y, por
consiguiente, al cine negro de The third
man.
Las referencias que he podido vislumbrar son muy variadas y
la verdad es que no desmerecen. Psycho es
un gran referente en el inicio del film. Ed Crane, el protagonista absoluto,
tiene un aire de Humpfrey Bogart, con un cigarrillo en la boca –o en la mano. Y
hasta aquí puedo leer.
Luego está el trabajo de los siempre polifacéticos hermanos
Coen. Esta es ya la segunda cinta suya que he visto con el mismo problema, un
único y simple problema, el final se alarga en demasía, la otra es O Brother! Where art thou? Por otro
lado, este trabajo está muy relacionado con otros dos anteriores tanto por el
argumento (un fantástico refinamiento de su ópera prima, Simple blood) como por su mafiosos, aunque esté escondido y sea
necesario buscarlo (un perfecto camuflaje para colarnos un Miller’s crossing de pequeña monta). Aunque este sea uno de los
trabajos serios de los hermanos, tiene esa pequeña dosis de humor relajante,
que quita tensión y nos hace olvidar por un momento todo el chaparrón que le
está cayendo a Ed, el pobre y callado Ed. Y, finalmente, el surrealismo
característico de estos cineastas que consiguen endosarlo hasta en las más
verosímiles historias. Unos genios, unos talentos.
Por otro lado nos encontramos con las mujeres. Hay dos, y
qué dos. Frances McDormand y Scarlett Johansson. La primera es la responsable
de abrir la caja de pandora, la primera gran pecadora –con James Gadolfini,
nada menos– y que ve reducido su personaje a la omnipresencia imaginaria; está
ahí, pero no la ves. Y la segunda, quizá el personaje más flojo, es la bella
Birdy que, al contrario que Doris Crane, ve cómo crece su personaje con el paso
de la película. Johansson es mi debilidad en esta película –junto con el gran
Jenkins–, pero no por nada sino porque es ella.
Y finalmente llegamos al quid de la cuestión. Por qué, tras
una hora perfecta, se empeñan estos hombres en alargar el final, a estirarlo y
darlo de sí. Quizá querían impregnar un poco de moral, una pizca de moraleja y
convertir este relato en fábula, eso no lo sé. Os lo dejo que lo juzguéis
vosotros, pues la opinión de un servidor no debe ser la única opinión, o me
malcriaréis.
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