jueves, 17 de octubre de 2013

Así habló Humma Kavula

Allí estaba él, ante la tesitura de tener que llevar a cabo el invento más revolucionario, magnífico y rocambolesco desde la rueda, con esos pelos. Se atusó el pelo con sus manos y sorbió los mocos de una sola inhalación. Se aferró con fuerza la bata blanca que todo científico tiene –aunque se dedicase al estudio de las maravillas cósmicas donde es imposible, o mejor dicho: altamente improbable, mancharse con nada gracias a los avances en la informática lavativa- a la cintura (en efecto, no la llevaba puesta) y se puso unas gafas sin cristales ya que era completamente necesario usarlas en cualquier terreno científico, y humano en general. Como la vida, el universo y todo lo demás son así de caprichosos, el atusado del pelo, la absorción de mocos y la ausencia total de una tela protectora alrededor de su cuerpo provocó que una fosa nasal impresionantemente grande y descomunalmente ancha se abriese en el suelo del laboratorio. En contra de lo que cabría esperar, todo permaneció en su sitio, salvo por el pequeñísimo, ínfimo y minúsculo detalle de que una nube de mocos verdes, gigantes y bastante más líquidos de lo que parece a simple vista, ascendió desde el abismo blanco y reluciente de abajo hasta unos graciosos, robustos y muy molestos pelos nasales que habían aparecido en el techo del laboratorio.

Esto era un gran acontecimiento, pero el pobre científico no tenía ni la más remota  idea de lo que estaba pasado. Un alivio, pensó, ya que podría haber sido mucho peor. Este pensamiento le sorprendió hasta a él, ya que se le antojaba difícil encontrase en peor situación que en el interior de una nariz que acababa de sorber un moco viscosamente verde que seguramente no fuese de la propia nariz ya que su cuadrada, matemáticamente equivocada e inútil mente científica había deducido que se encontraba justo a las puertas de un infierno muy caprichoso.

Este gran acontecimiento no era otra cosa que el famosísimo, esperadísimo y temido “advenimiento del gran pañuelo blanco”, y este pañuelo sería utilizado para descongestionar al Gran Arcleachús verde. Huelga decir que el congestionado Arcleachús era la gran y portentosa nariz.

A toro pasado podemos dar gracias al rápido e indoloro ‘advenimiento’ de este pañuelo, ya que sin la intervención del Gran Arcleachús el científico loco habría descubierto cómo hacer una bomba atómica de mil millones de trillones de megatones capaz de destruir este universo, y un poco del vecino. Muchos fanáticos de esta secta religiosa mocosa lo tomarían como un milagro, pero ciertamente se trata de un inexplicable y estúpido error por parte de Arcly (para los amigos) ya que lo que pretendía era precisamente exterminar de forma apoteósica y cruel a “esos seres estúpidos y sin cerebro que han hecho todo tipo de guarradas en mi honor; los muy capullos se han negado a sonarse los mocos aun teniendo pañuelos a sabiendas de que yo, una deidad suprema como soy, sufría y habría dado lo que fuese por que el ‘advenimiento’ se adelantase lo más posible. Son unos gilipollas intransigentes que se creen el moco del universo” declaró a los periodistas religiosos en la rueda de prensa posterior al Advenimiento.

Actualmente, el Gran Arcleachús está incluido en la lista de las 100 deidades más sexys del Universo Pan-dimensional, ocupando un sorprendente 99º puesto ya que se trata de una deidad 80% moco, 10% carne flácida y 10% pelo graso. Está por delante de Dios, del planeta Tierra, conocido por el resto de deidades como “ese vanidoso y esperpéntico ser que tiene un gusto inusitado por las palomas” o “La palomilla”. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario