IV
Acercó se el desenlace, muy
violento
[la tormenta arrecia y vuela
entre rugidos y tañidos cruentos,
separando la luz de tanta
tiniebla].
La Princesa alabó la valentía
de sus tropas puras y etéreas;
la oscuridad acusó de cobardía
a sus lacayos y enfermedades
venéreas.
Atacaron al tiempo y con valor,
regaron los templos con sangre y
cenizas,
sucumbieron la mayoría al dolor
y hubo quien acabó hecho trizas.
Pero los amantes abrieron sus
almas
sinceras, verdaderas y eternas
para absorber la oscuridad con
calma
y atajar la batalla externa.
Succionaron ellos mismos la
negrura
salvando a la humanidad de las
tinieblas:
sin querer condenaron su amor
pura
y ahora la gente en él solo ve
nieblas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario