lunes, 31 de diciembre de 2012

Vivir en dos minutos


               Observa minuciosamente ese trozo de papel. Poco a poco ve más detalles. Las letras escritas dicen más que las palabras leídas. Temblorosas. Hay tachones por doquier y desproporciones de tamaño. Estaba con los nervios hasta las cejas mientras escribía, claramente. Pobre criatura, tenía miedo de su reacción, y de la acción. Se da cuenta de que una lágrima seca mora en el pie de la carta, y la firma está escrita con una fuerza desmedida, desgarrando el papel. El propio arrancado de la hoja indica el nerviosismo. Empieza a llorar, por el contenido de la carta. No para de llorar, y baña en lágrimas el papel. La culpa empieza a invadir su mente, como una enfermedad. Al final del escrito, la tristeza conquista poco a poco su corazón y purga el alma de todo mal. La culpa continúa asentada en su cabeza, pero se debilita poco a poco. Se engendra un nuevo pensamiento en su cerebro, el de imitar. La imitación como solución a la culpabilidad, gana terreno a la culpabilidad en sí. Aun así, el alma purificada se resiste a tan terrible final y la tristeza, aun latente en su corazón, se torna enfermedad, tras cumplir su sagrado cometido. Un rayo de luz de esperanza ilumina fugazmente su corazón, los recuerdos. Esa chispa prende el fuego, y un incendio destructor da paso a la resurrección de las cenizas. Coge aire y deja la hoja en la mesa. Se levanta y grita libertad. Guarda los buenos recuerdos en la superficie y entierra los malos en las profundidades. El fuego de la esperanza toma forma en su sonrisa y arroja la culpa fuera, lejos.
               
               A pesar de todo, guarda la carta y acude al inevitable final. 

Fragilidad


Golpe. Golpe. Golpe. Puñetazo. Puñetazo. Patada. Coz. Coge aire. Puñetazo. Patada. Coge un palo del suelo. Golpea con él. Agarra por el cuello a su adversario. Su adversario no toca el suelo, está en el aire. La cara está ensangrentada. De ambos orificios nasales salen cascadas rojas. Un ojo morado y el labio superior partido. La barba blanca de tres días está teñida. El dolor inunda su cuerpo. El torso desnudo está repleto de moratones. Un par de cortes adornan su brazo derecho; el izquierdo, roto. El pantalón de chándal está hecho trizas. Dos regueros de sangre descienden por su pierna derecha. A penas respira. Sufre. Sufre.

Por otro lado, está la agresora. Joven y esbelta. Tiene los puños ensangrentados, en el derecho tiene el palo, salpicado de rojo. La camisa que lleva está rota, se ve el sujetador blanco. Tan solo tiene un pequeño moratón en el lado derecho de su cara. La furia que refleja la misma hace más daño que cualquiera de los golpes propinados. Jadea un poco por el esfuerzo. Escupe a su víctima. Siente la excitación de la superación. Ha conseguido anular la furia del lívido. Suelta al viejo.

La tarde era ciertamente bella. El día estaba nublado y la frescura en el ambiente era reconfortante. Eran las seis de la tarde, acababa de salir de la oficina. Feliz. Feliz por el trabajo bien hecho. A doscientos metros, una obra era observada por un par de hombres seniles. Comentaban la jugada. Uno de ellos era feliz. El otro era viudo. No tenía dinero para putas, quería marcha. La joven mujer pasó por delante de ellos, durante un descanso. Un obrero piropeó a la mujer. El viejo feliz observó la obra, el viejo viudo la siguió con la mirada. Y con las piernas. Con fuerza la tapó la boca desde atrás, la golpeó en la mejilla. La estampó contra una pared de un callejón tenebroso y la arrancó los botones de la camisa. Pero la rodilla de ella viaja con rapidez y agilidad hasta los estimulados testículos y los arremete sin contemplaciones. Las tornas se cambian, y el agredido es él. Se lo buscó. Por pensar con la cabeza equivocada.

viernes, 28 de diciembre de 2012

A una amistad perdida


A una amistad perdida,
que por mi estupidez
está rota y dormida,
mi alma opaca no es capaz de llorar.

Fútiles alegrías en la memoria
y amables retales emplazados en mi sien
matan mi sutil alegría
de un nuevo nacer y amanecer.

Aparecen como fantasmas las disensiones
habidas en el pasado,
y los avatares del destino
se ríen en mi cara, con sorna.

La dimensión alcanzada ahora,
no se cierne oscura
mas sí desesperanzada sin aquella amistad
tan necesitada.

Esto no es una despedida,
ni una emotiva reconciliación,
es un humilde pedir perdón.

sábado, 22 de diciembre de 2012


Quantum of Solace
Dirección: Marc Foster. Guion: Paul Haggis, Neal Purvis, Robert Wade. Reparto: Daniel Craig, Olga Kurylenko, Judi Dench.
                Menos profunda y más rápida y ágil que la anterior, en esta película Bond nos ofrece una de las mejores cintas de acción-aunque las mejores son las de Bourne-. Tras un inicio aún mejor que el de la primera, y sin necesidad de prólogo-pues el final de la anterior nos introduce de lleno en esta-, las hostias se suceden sin parar. Incluso la chica Bond reparte estopa a diestro y siniestro.
                Una dirección que no tiene mucha personalidad y que sin lugar a dudas intenta imitar las películas de Bourne pone de manifiesto que lo que necesitan las películas de Bond-por lo menos del Bond de Craig- es un director que sepa lo que se hace y que no busque refugio en lo que anteriormente tuvo éxito, y que si lo hace, sepa hacerlo.
                El guion de esta cinta, aunque no lo parezca, es mucho más simple que el de su antecesora lo cual facilita mucho el disfrute de la película aunque deje de lado las reflexiones que pudiese haber en Casino Royale. Y aunque es cierto (como dice Cinemanía) que Bond pasa a ser una máquina de matar sin remordimiento alguno, aún le quedan algunos retales de sus sentimientos pasados.
                Un poco más protagonista es M, que se deja ver por las escenas de los hechos y que incluso sufre en sus carnes la violencia que rodea al 007. Menos protagonismo tiene la otra chica Bond, Gemma Artenton, pero está espectacular-físicamente y actoralmente hablando- en lo que es su rol: chica objeto que cae bajo los encantos de Bond. Jeffrey Wright aporta su granito de arena, y devuelve un favor. Por otro lado está el villano, que en realidad no lo parece. Es como si no tuviese una personalidad como la de Le Chiffre, es incluso vulgar, humano. Es decir, eligen al enemigo más humano en el momento del Bond de Craig más animal y menos humano.
                Pero tiene algo la cinta que hace que me guste más que la anterior. No se alarga, no se queda en un limbo durante minutos interminables. Echo en falta la pizca de locura que tenía Bond en la tortura de Casino Royale, así como la locura del villano. El alma de la película no es suya propia, la toma prestada de la trilogía Bourne, y hace que no nos creamos que sea tan fácil matar, sobretodo si nos obcecamos-como he hecho yo- en compararla con la anterior. Es, para mí y para casi nadie más, la mejor de las dos que llevamos, por lo menos en lo que a acción se refiere. Me gustan más los personajes de la anterior, pero me puede la acción. Lo siento.
Lo mejor: el inicio, la independencia del personaje de Kurylenko y la caza en la ópera.
Lo peor: que intente imitar a Bourne y lo efímero del personaje de Artenton.
7’5 sobre 10   

viernes, 7 de diciembre de 2012


Casino Royale
Dirección: Martin Campbell. Guion: Neal Purvis, Robert Wade, Paul Haggis. Reparto: Daniel Craig, Judi Dench, Eva Green.
                El inicio de todo está aquí. Vemos a un Bond que no es doble cero, sino que vemos como se hace. Tiran del Bourne de Damon para crear una gran película de acción, aunque no sea tan brutal como Jason.
                Tras un inicio que engancha y unas secuencia de acción soberbias, llega el póker y con él la deceleración del ritmo. Hasta tal extremo de pausa llega que acostumbrados al póker nos molesta la acción de violencia física.
                Además, la cinta se alarga en extremo y llega a un estado de limbo a las dos horas que resulta soporífero. A pesar de eso, el final está a la altura y dan ganas de seguir viendo, pues el final de esta es el inicio de la siguiente.
                El reparto es de lo mejor. Daniel Craig, Eva Green y el maloso están sublimes, cada uno en su rol. Judi Dench no se luce por lo efímero de su papel, pero está muy a la altura.
                El guion es lo que es, y no hay que buscarle tres pies al gato. Es Bond, James Bond y tiene los ingredientes que se buscan en una película de agentes secretos-muy famosos, pero secretos-.
                La dirección pasa sin pena ni gloria, apenas es relevante lo cual se refleja en que le falta alma a la película.
                La película entretiene y divierte, pero también tiene sus dos momentos aburridos. Pero los perdono en favor del resto.
Lo mejor: el reparto, el principio y el último minuto.
Lo peor: la duración y el aburrimiento que dura, en total, media hora.
7’5 sobre 10

miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿Temes al abismo?


         Tras una semana profundamente agotadora nada le apetece. Un sigiloso pero firme paso le pone frente al abismo. Irónicamente cree que la tranquilidad y la indiferencia con la que ha vivido eran virtudes, pero ahora sabe que no. Una gota de sudor resbala por su cuello. ¿Realmente desea eso? Un sonido suave y crujiente pasa por detrás. Da media vuelta, pero no hay nada. Vuelve a girar de cara al abismo. Recuerda fugazmente una película en que el malo preguntaba si temían al abismo a todos los moribundos. Una media sonrisa se dibuja en su cara. Pero, sin desearlo, ese recuerdo le lleva a su infancia. Y empieza a recordar con una claridad deslumbrante y detallada su época preferida: la de la ignorancia y felicidad. Cuando era un niño de media altura, ni alto ni bajo y apenas sabía nada más allá de escribir y leer aunque cometía ciertamente unas faltas de ortografía bastante graves. Pero era lo normal a su edad. Su cara era delgada pero no flacucha, se podían contar sus costillas por la delgadez de su cuerpo, pero no le faltaba comida. Reía bastante, a veces por las cosas más absurdas. Nadie daba un duro por él, nadie creía que pudiese convertirse en el intelectual (según otros era pseudo-intelectual) que es. Hacía deporte, aunque era mediocre, quizá por ello era tan flaco. Era la época de los pokémon  y a él le gustaban. También había visto una película llamada Harry Potter. Qué tiempos aquellos en los que no pensaba, se dice frente al abismo. Toda su preocupación, allá por el año 2001, era jugar debidamente a Harry Potter, Star Wars, o a cualquier superhéroe en el recreo, formando parte de la élite de niños que no jugaban al fútbol. Mas hacía deporte: el hockey era algo que le venía de familia -sus primos jugaban-. Efectivamente él también lo hacía, pero lamentablemente su talento no era el deporte. Frente al abismo intenta seleccionar una historia de su infancia que merezca la pena contar, o recordar. Una historia que conjugue inteligencia y aventura; comedia y drama. Pero por más que busca solo puede encontrar historietas graciosillas, dramas de niño burgués, aventuras de parques y con la inteligencia de un mosquito. Y se sorprende pensando en lo que menos esperaba pensar. Una pequeña libélula pasa por su lado, y le recuerda que amó durante un período de tiempo. Una etapa tan cruel como la adolescencia se le implantó en el cerebro y no hacía más que pensar en lo mísera que era su existencia. Eso le hace dar un paso hacia adelante. Pero mira hacia abajo y observa el hermoso contraste que ofrecen sus pies enfundados en zapatillas de deporte con el fin del barranco, del color verde intenso del césped gracias a las lluvias otoñales, y el oscuro final de su vida, del abismo. Esta visión produce en él un hermoso recuerdo. Un parque en el que corre en su post-adolescencia, la oscuridad de un amor frustrado y no bien revelado, la civilización que apresa al ser humano. Y entonces empieza a recordar esa etapa en la que pasó de ser una ignorante feliz a un pobremente cultivado infeliz. Esa etapa que la mayoría dice que es la mejor pero que para él no fue así. Una lástima que no se hubiese convertido en víctima del suicidio en aquel entonces, piensa ante estos recuerdos. Un torrente de vida le inunda y se echa cuatro pasos hacia atrás. Si no lo hice entonces, ¿por qué ahora?, se pregunta con un tono de reproche en su pensamiento. Su adolescencia fue convencional, pero él insiste en creer que no fue así. Quiere creer que la vida, el karma o que Dios lo han tratado mal, que es un pobre mártir a quien nadie quiere. Y puede que sea verdad, pero eso en realidad no es culpa de Dios, del karma o de la vida. La culpa siempre fue, era, es, será y sería suya. Nadie ha tenido tanto poder sobre él que él mismo. Pudo besar, acariciar, alabar, querer bien, amar mejor; pudo follar, hacer el amor, practicar el coito; pero prefirió ser la oveja negra, el bicho raro. Nadie lo trataba como tal, pero él quería verse así. Deseaba con todas sus fuerzas ser autista, tener algún síndrome, ser mudo. Pero no tenía más problema que la cobardía y la pereza a superar la cobardía. Se hacía la víctima siempre que podía. Odiaba bailar, o eso decía; amaba el cine, o eso decía. Poco de verdad había en sus palabras que realmente estaban vacías de mentiras. Mucha ironía en lo que dices encierra una verdad como un templo, eso todo el mundo ha de saberlo pero él se empeñaba en ignorarlo y en no creerlo. Poco a poco se descubrió a sí mismo tal y como era: pero era muy tarde y decidió olvidarlo. Ni qué decir tiene que un hombre que se ama a sí mismo y se odia a sí mismo con tanto fervor será virgen muchas primaveras. Y quizá sea por eso por lo que el suicidio cruzó su mente a los diecisiete años, dieciséis años. Pero los años pasaron y la adolescencia ha dado paso a la juventud. Una juventud infantil, en la que está pasando la edad del pavo. Por ello, en realidad no es joven, sino post-adolescente. Y la cabeza deja de lado el instituto y abraza la universidad. Esa etapa en la que aún está. Pues nuestro protagonista, el que está al borde del abismo, no tiene más de dieciocho años. Empieza a pensar en lo que aún le queda por aprender, y la pereza se apodera de él. Un paso hacia adelante. Piensa en lo que dirán de él por no tirarse al vacío, por ser cobarde una vez más en su vida. Un paso hacia adelante. Observa sus manos, temblorosas y sudorosas, y piensa en a quién pudo tocar con ellas. Un paso hacia adelante. Pero ahora piensa en a quién puede tocar, a quién todavía puede tocar con ellas y el nerviosismo le hace pensar al revés. Y da el último paso hacia adelante. De nuevo está al borde del abismo. Se agacha, y acaba en posición de cuclillas. Tapa la cara con sus manos. Resopla. Una lágrima cae por su mejilla. Y piensa profundamente. Recuerda a sus amistades, sus familiares. Abraza la idea de morir con todas sus fuerzas. Pero no quiere ver la caída, por lo que se da media vuelta y mira al interior. Ve el campo verde, las montañas con una alfombra también verde, salpicadas de motas marrones y negras-las rocas-, una carretera que no afea el paisaje, simplemente lo actualiza. Un coche fuera de lugar, el cual robó a sus padres. Un chófer que le trajo hasta aquí, un amigo, bajo el pretexto de salir de fiesta. La botella de alcohol que convención al amigo. El amigo, aún borracho, meando. Y como un fantasma, aparece un segundo coche. En el vienen otros amigos suyos. Y viene esa chica que tanto le gusta. Ve a su gran amigo Guni, ve cómo gesticula. Ya no oye nada, pero en los labios lee las palabras, ‘no lo hagas’. Presupone que su amigo Bacho, el borracho, ha informado a su más cercano amigo de sus intenciones. De alguna manera, esos amigos han encontrado la manera de entrar en contacto con su familia. Y presupone que Guni ha hablado con la chica que le gusta, la misma que viene en el coche con él, y con su padre. Empieza a llorar desconsoladamente. Hay gente que le quiere, hay gente a quien le importa, hay gente humana. El miedo se apodera de él al ver a la mujer más hermosa espiritual y físicamente que jamás ha visto, y siente la necesidad de dejarse caer hacia atrás. Pero entonces siente como varias manos le cogen y lo tiran al suelo. Y oye un susurro al oído que le llena de alegría. Es su amigo el borracho que le dice: ’No hay huevos a vivir’. Y toma el reto, lo acepta. Se zafa de los demás y echa a correr monte arriba. Mira hacia atrás y ve que solamente le siguen dos personas, Guni y Ella. Se tira al suelo y empieza a reír de la felicidad. La vida ha llamado a su puerta y la ha dejado entrar. Su amigo le dice que está loco y se va. Se queda a solas con Ella. Este es el momento más difícil de su vida, y ella a quien conoce hace cinco meses está allí, sonriendo. Dejan de sonreír y se miran a los ojos. Una nueva vida empieza y quiere hacerlo a su lado le susurra él. Ella sonríe. Y esa sonrisa le devuelve la esperanza, la alegría.

sábado, 24 de noviembre de 2012


Caronte.
Su sueño era convertirse en la persona que llegó a ser, y Hera, en toda su sabiduría, únicamente le negó una esposa. Le regaló hijos repartidos por doquier; le regaló dinero y fama; le regaló placer. Pero él quería más, mucho más. Su gran estupidez provocó que le pidiese a Hermes una habilidad indigna para los mortales. Omnipresencia. Omnisciencia. Omnipotencia. Hermes, rápido en su vuelo, informó a Zeus de la petición. Y Zeus prohibió que los dioses del Olimpo lo concedieran. El hombre, conocido incluso en las entrañas del Olimpo, realizó sacrificios en honor a todos los dioses. Excepto a uno. A Hades, el señor de los Infiernos, le ofreció su alma y su cuerpo.
            La venta se realizó en secreto. Caronte consiguió ser dios por un día. Pero fue un día malgastado. Haciendo uso de su Omnipresencia, fue a lugares donde las mujeres se sentían a gusto. Usó su Omnisciencia para buscar una esposa para sí mismo. Su Omnipotencia se centró en eliminar a sus rivales. Consiguió prorrogar el trato.
            Pero cayó. La locura le llevó a los extremos de la vida. Derrochó, folló, amó, mató, peleó y finalmente, al caer la noche del tercer día, se suicidó. Plutón lo recogió personalmente. Le dijo que le encargaría una tarea que le redimiría de sus pecados pero Hades no es conocido por su piedad y lo condenó para toda la eternidad. Caronte, desacostumbrado a la pobreza, instaló un peaje en la autopista al Infierno. Él era el conductor del único vehículo que circula en ella.
            Aún hoy aumenta sus riquezas, esperando a que algún día pueda comprar su libertad. Pero yo no soy tan fácil. Y la cantidad que me debe la tendrá, y la abonará, dentro de mucho, mucho tiempo. Exactamente el día del juicio FINAL.


MIGUEL CORONA MAS                            6-4-11(MIÉRCOLES DE ABRIL DE 2011)
            

sábado, 17 de noviembre de 2012


Tropic Thunder.
Dirección: Ben Stiller. Guion: Ben Stiller, Justin Theroux, Etan Cohen. Reparto: Ben Stiller, Jack Black, Robert Downey Jr., Nick Nolte, Tom Cruise.
                Lo interesante de la película está más allá de la coña con la que actúan Black y Stiller. La profundidad de la cinta reside en los personajes de Downey Jr., y  Cruise ya que son ellos los que profundizan en la crítica a Hollywood. Y los que más carcajadas provocan.
                Los otros personajes, los jóvenes, mantienen el tipo firmemente frente al torrente interpretativo que es Downey Jr., e incluso superan a Black y Stiller. Ahora bien, frente a la continua buena actuación de los primeros, nos encontramos con un Black desquiciadísimo al final de la cinta que consigue salvar su papel. Y lo de Stiller es comprensible: dirige y escribe, produce y actúa. Tanto trabajo sobrepasa a cualquiera y afortunadamente el trabajo más flojo de Stiller en la película es la actuación-y lo hace bien, no me malinterpretéis-.
                El guion es correcto en general y espléndido por momentos.  Los personajes tienen veneno, todos ellos, y sueltan perlas para la posteridad. El personaje de Cruise, el de McConaughey, el de Downey Jr., o el de Nolte. Parodian sin llegar al exceso todos los empleos del cine. Todos.
                No buscan moralizar, solo criticar; no quieren hacernos reflexionar-no hay nada que mejorar, solo capullos que se lo llevan muerto-, solo hacernos reír.
                Conseguimos pasar un buen rato y va de menos a más. Un prólogo interesante, en plan guerra total, da paso a una aburrida presentación del rodaje. Y finalmente la traca final. Eso sí, los tráileres iniciales encierran más inquina que toda la película junta. Bueno, puede que exagere, pero son muy críticos.
Lo mejor: el final épico y el reparto de lujo: Cruise, McConaughey, Nolte y Downey Jr.
Lo peor: unos minutos intermedios sosos, tirando a aburridos.
7’5 sobre 10

viernes, 16 de noviembre de 2012


Dulces sueños.

Esa noche no era como las demás. Esta vez tenía un plan en mente. Primero, cenaría- eso era lo principal-, luego, -de segundo- vería una película, y finalmente, dormiría.
            Pero todo se torció cuando, a mitad de la película, se durmió.

            Ahora, sí. Tenía que decírselo, y fue hacia ella. Su caminar era lento pero sus pensamientos rápidos. Ya había seleccionado las palabras perfectas. Lo dijo. Ante la negativa de ella se vio obligado a volar lejos de allí. Se perdió por el camino. Las calles estaban desiertas. No corría el aire y el sol estaba yéndose.
            Se encontró con un amigo de su infancia. Físicamente estaba igual, pero dos palmos más de alto. Fue a saludarle. El tortazo que le propinó el otro fue espectacular. Su antiguo amigo le dijo que cómo había podido haber hecho algo así. Se fue corriendo.
            Mucha gente. Entró en un callejón para evitar a la muchedumbre. Allí estaba su jefe, pinchándose. Él lo vio y le pidió que se fuera. Pero la policía ya había llegado. Creyeron que él también estaba en el ajo. En comisaría le hicieron un análisis de orina y otro de sangre. Pasó la noche en comisaría a la espera de las pruebas. La policía le dijo que pasaría cinco años en la cárcel porque, a pesar de que estaba limpio y de que él insistía en su inocencia, el jefe había declarado algo que le quitaba el derecho a un juicio.
Entonces, se levantó y se dirigió hacia donde estaba su jefe. Justo cuando iba a propinarle un puñetazo se despertó. La película estaba acabando. Al día siguiente, por la tarde, estaba frente a ella. Fue a decírselo pero dijo que no. Fuera, la calle estaba vacía. Caminó por la calle. Vio a un amigo de la infancia. Corrió en dirección contraria. Y Un camión se lo llevó por delante. Pobres mortales.


MIGUEL CORONA MAS                                 1-4-11 (VIERNES DE  ABRIL DE 2011)

jueves, 15 de noviembre de 2012


Looper.  (puede contener spoiler)
Guion y dirección: Rian Johnson. Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Bruce Willis, Emily Blunt, Paul Dano, Jeff Daniels, Pierre Gagnon. 
Realidades paralelas y paradojas es algo inevitable a la hora de hacer una película de viajes en el tiempo, eso es algo que hay que saber. La razón de que una película de este tipo sea buena o sea mala radica en el tratamiento del tema; a saber: complejo o simple. Mucho mejor simplificar los viajes en el tiempo para hacerlos ‘creíbles’ que hacerlos complejos y meter la pata en un descuido. Esta película lo simplifica para hacernos la picha un lío con un tema a priori insignificante.
El viaje en el tiempo, tan importante en la primera hora de la cinta,  se ve convertido en Mcguffin para que el peso de la historia la lleve otro tema de igual (o más) interés que el viaje en el tiempo.
A mis ojos hay dos películas: la primera hora y la segunda hora. Para evitar spoilers no diré la razón de las dos películas pero puedo dar un dato: la segunda hora es casi teatral (uno o dos escenarios) mientras que la primera tiene la gran localización de la ciudad.
El otro gran tema, presente en las ‘dos películas’,  es la violencia. Acostumbrado como está un servidor a la violencia vulgarizada de Tarantino o a las duras batallas del cine bélico, como el de Salvar al soldado Ryan, en esta cinta no se vulgariza ni es explícita pero es dura, contundente y brutal. La violencia reflexiona sobre castigar a quién aún no ha delinquido, sobre desatar la furia y asesinar a sangre fría. Muchos no se darán cuenta por el revestimiento de viajes en el tiempo, telequinesis y esas historias de ¿amor?, pero creo firmemente que el tema principal de la película no es otro que la violencia, el castigo y el delito.
En cuanto a las actuaciones, la deforme cara de Joseph Gordon-Levitt y su voz similar a la de Bruce Willis le otorgan la categoría de gran actor. Mientras que Willis sigue en su línea, una gran planta que da glamour a cualquier película, Emily Blunt consigue estar a la altura de los dos protagonistas. El resto del reparto (Jeff Daniels, Paul Dano) aporta su grano de arena a una película de altos vuelos, mucho mejor que esos blockbusters hechos en industria pero, mal que me pese, no llegará a ser película de culto hasta dentro de muchos años. Y espero equivocarme.
Lo mejor: la simplicidad del viaje en el tiempo.
Lo peor: el final es lento…y rápido.
8’5 sobre 10.

miércoles, 14 de noviembre de 2012


Argo.
Dirección: Ben Affleck. Guion: Chris Terrio. Reparto: Ben Affleck, John Goodman, Alan Arkin, Bryan Cranston.
                Cuando se hacen películas como esta, la alegría te inunda el cuerpo. Es increíble cómo un tema tan poco español como el de Argo puede entretenernos a nosotros. La comedia desarrollada por los personajes de Arkin y Goodman es terriblemente escasa, para mí, y nos permite respirar en el ambiente tenso tan bien tejido. Es real, por algo es una historia real, todo lo que ocurre, con licencias para el dramatismo y el humor.
                El reparto al completo-incluso el tantas veces criticado Affleck- está a un nivel sobresaliente. La dirección Eastwoodiana de Affleck-al igual que en su opera prima- me crean esperanzas al pensar que las película al estilo de Eastwood no morirán con él.
                La Academia va premiar la cinta con un mínimo de 3 nominaciones y un máximo de 7 premios: mejor película, mejor dirección, mejor guion adaptado, mejor actor (Affleck, sí, no me he vuelto loco), mejor actor de reparto (Goodman, Arkin o Cranston), mejor fotografía, mejor dirección artística. Explico el por qué. La película cuenta con un cóctel muy jugoso para los académicos: está muy bien hecha, tiene la ideología perfecta, Affleck recibirá el reconocimiento (que merece) por sus anteriores películas, el cine dentro del cine siempre gusta y no se mete en conflictos con la cienciología (The Master) o con la homosexualidad como pasase con Brockeback  Mountain.
                Ahora toca el turno de lo malo. La relación filio-paternal de Affleck con su hijo es, aunque necesaria para un momento en cierto sentido clave, poco profunda y está cogida con alfileres. Y el otro mini fallo es, para mí, la falta de crítica hacia EE.UU., por imponer una dictadura brutal en un país solo para tener petróleo barato. Pero son fallos que quedan en nada comparándolos con la totalidad de la obra.
                Quizá todavía sea pronto para decir que Affleck va a convertirse en uno de los directores más importantes del cine estadounidense, pero va en camino de hacerlo. Y ya demostró que es capaz de ganar un Óscar con el guion de la contundente El indomable Will Hunting. Desde luego, tras haber hecho el ridículo en Daredevil la carrera de Affleck lo único que va a hacer es subir.
Lo mejor: la dirección, el reparto y el principio animado. ¡Argoderse!
Lo peor: engrandece desmedidamente a la CIA.
8’5 sobre 10