jueves, 29 de mayo de 2014

Poesías macabras

Deshuesados y arrodillados,
Los cuerpos yacían sin respirar;
Despiezados y apagados,
Sus ojos veían sin mirar.

Destrozados y magullados,
La sangre corría hacia el mar;
Desmembrados y acabados,
Los buitres engullían sin parar.

Desangrados y enquistados,
El acero recorría la carne al rasgar;
Despedazados y exprimidos,
Los gusanos surgían al supurar.

Cercenados y sesgados,
Los vivos los vieron al tronar;
Enterrados y olvidados,
A dos metros bajo tierra volvieron a respirar.

jueves, 22 de mayo de 2014

Psiquiatría nivel usuario

-Tengo una pequeña espina clavada en lo más profundo de mi alma. No hay quien me la quite o me la arranque de la carnada.

-Deja de hablar en prosa rimada y arriba esos ánimos, parece que todo va mejor.

-Todo va viento en popa, de eso no tengo ni la más mínima duda. Pero sigo respirando a marchas forzadas e intermitentes por culpa de mis errores pasados.

-Tal y como yo lo veo, tus errores te han traído al ahora y los errores que cometas hoy, te llevarán a un mañana aún por determinar y aún puede ser mejor que el presente.

-Mezclas los tiempos y provocas galimatías en mí, vizconde. Habla claro.

-Sólo digo que no te arrepientas de los errores, pues ellos forman lo que eres. Tampoco te enorgullezcas de haberlos cometido, simplemente aprende de ellos.

-Esta espina es muy puntiaguda y profunda.

-¿De qué se trata?

-Cosas hirientes y vergonzosas, por supuesto.

-¿Puedo oírlas?

-Puedes oírlas, pero no de mi boca.

-No te achiques, no flanquees ante la verdad de tus actos; el primer paso es hablar de tus fatales errores.

-Ya he hablado con gente de ellos, de él. Pero sigo sin sentir alivio ni desintoxicación. A veces, en la cama tumbado bocarriba, siento una asfixia irreal y sosegada, tranquila. Una serpiente peluda recorre mis venas al tiempo que el veneno de sus colmillos redondeados penetra por cada uno de mis orificios nasales, impertérrito ante la mirada suculenta mi alma enrarecida y apocada. Su aroma infrahumano rellena mis pulmones con su verdor insípido y, desamparado, busco alguna mano que me rescate de esos sueños astrales que vivo desde el interior de mi cueva más profunda. A veces, en la cama tumbado bocarriba, me siento perdido. Otras, su mayoría, encuentro el consuelo del soñador que no vive y del dramaturgo que planifica su vida con grandes dosis de adrenalina. Pero al final la asfixia me encuentra, ineludible e inevitable.

-Sin duda, barón, tienes problemas que trascienden mis conocimientos, lamento que mis consejos no sean útiles.

-No necesito consejos, sino oídos. Oídos que no juzguen ni mi historia ni mi pasado, pues para eso me basto yo solo.

-Entonces, ¿oiré tus errores por tu propia boca?

-Sí, pero si me juzgas, incluso positivamente, nuestras relaciones de amistad y negocios habrán terminado para siempre, vizconde.

-En ese caso, mejor será que empieces ya, barón, pues el crepúsculo nos acecha y en la noche tan sólo soy capaz de juzgar y beber. Y los dos sabemos que ya no me dejan beber.

sábado, 17 de mayo de 2014

Firefly y Serenity, mis nuevos amigos

¡Oh, Joss, maestro que ilumina mi ser más friki! ¡Oh, luciérnaga metálica que alumbra el oscuro espacio! ¿Que qué es eso que tiene Firefly que no tengan el resto de series? No sé, la verdad.

Para empezar la primera temporada (hasta que no mueran ninguno de los miembros de reparto o Joss, no la daré por terminada) tiene un guion redondo. Del todo. Mantiene la trama principal de manera sutil para explotarla más adelante (algo que desafortunadamente Joss se vio obligado a comprimir en un guion de dos horas para su opera prima) que se pasea entre el thriller psicológico y el más básico de los argumentos del salvaje oeste: búsqueda y captura de los bienintencionados malhechores. ¿Y cómo se sostiene esto? Pues gracias a sus magníficos y excéntricos personajes que van desde lo más tópico (Jayne como el tipiquísimo mercenario) hasta personajes más fuera de los estereotipos (no sé vosotros, pero que el personaje más sabio y mejor visto por la sociedad de la tripulación sea una prostituta -acompañante- de alto standing me parece de lo más innovador, sobre todo teniendo en cuenta que la serie es de los albores del siglo XXI y estaba emitida por la FOX). Estos personajes manejan las situaciones de manera que rebajan el dramatismo a niveles ridículos y consiguen que te rías (al menos a mí me ha pasado) con alguna que otra muerte y, sobre todo, con más de una situación más propia de sitcom de risa enlatada (sin la risa enlatada) que de drama intergaláctico con aires de western.

Grotesca, inteligente, irónica, crítica, apasionante, tensa a momentos, completamente ligera a otros y con un capítulo lacrimógeno (para aquellas personas de lágrima fácil) es que lo tiene todo.

Los personajes más complejos son…qué narices, todos los personajes tienen como mínimo dos capas. La más evidente es River, pero su situación es especial por lo que dejaremos de lado sus obvios problemas mentales (provocados por el Imperio, perdón, la Alianza), para poder ver que todos los demás tienen una doble cara mucho más sutil. El que más capas tiene (y más entremezcladas y confusas) es Malcolm Reynolds, el capitán, pero no soy quién para juzgar a nadie.

Y luego está Christina Hendricks. Ah, y la breve aparición de Zac Efron. Y Christina Hendricks. Simplemente Christina Hendricks en otro gran y breve papel.

Y todo en general.  Lo mejor es que todo esto fue en tan solo una temporada. ¿Cuántas series desmenuzan así como quien no quiere la cosa a sus personajes en su primera temporada? ¿Eh? ¿Eh? ¿Eh?

En fin.

Luego está la peli. Con un guion claramente esquelético del que un par de temporadas de serie habrían sacado muchísimo petróleo, una dirección novel en el largo pero muy bien llevada (¡ese plano secuencia de presentación, por favor!) y el mismo reparto que la serie. Sale Chiwetel Ejiofor, el mismísimo CHIWETEL EJIOFOR, sí, el de 12 years a slave.

En fin. Creo que me he ganado a pulso el título de fanboy. O fangirl. O fanalgo. Fanloquesea.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Apéndice IV de A picotazos

As She Lay Dying.

Una figura encapuchada en una túnica negro azabache la soltó en el campo.

Corría y corría y corría y corría. Sólo corría. Eso es todo lo que podía recordar antes de que la oscuridad envolviese su tosco cuerpo. Era raro que estuviese corriendo porque su orondo cuerpo no estaba preparado para esos esfuerzos. Quizá por eso el negro recubrió sus ojos y abrumó su pobre mente entreabierta.

Jadeaba y jadeaba y jadeaba y jadeaba. Sólo jadeaba. Era todo lo que podía escuchar en esa oscuridad impenetrable en la que estaba sumergida desde hacía ya un tiempo. Jadeaba porque antes había estado corriendo, eso sí era algo normal.

La oscuridad empezó a clarear según su respiración se normalizaba y ralentizaba. Empezaba a ser capaz de distinguir formas geométricas difusas. A veces creía ver caras de gente conocida y su corazón latía con intensidad al tiempo que empezaba a jadear de nuevo y un escalofrío recorría todo su cuerpo; todo en menos de una décima de segundo.

Entonces recordó que tenía un cuerpo que podía mover, pero no lo sentía. No era capaz de distinguir si estaba tumbada, sentada o de pie; no sentía ni siquiera los ojos. No parpadeaba y, en cuanto se dio cuenta, tampoco respiraba. Ya no respiraba, tampoco era capaz de jadear más. Y ahora el corazón no latía. Ya no latía.

Se puso nerviosa porque las figuras geométricas que distinguía empezaron a cambiar y deformarse y la agonía de la impotencia se aferraba a ella como una enfermedad crónica. Empezó a distinguir colores, pero no reconocía ninguno; era incapaz de llamarlos por sus nombres.

Ya no había geometría, solo caos y colores inconcretos; ya no sabía quién era. No sabía qué era, dónde era, cómo era, cuándo era o por qué era; su identidad se había diluido en el caos y al tiempo que los cuadrados y círculos habían dejado de ser. Ya no era una ella ni un él ni un ello; no era nunca más. Pero seguía siendo.

Vio entonces unas imágenes, a tiempo real vio su vida desde fuera; ya no era la protagonista sino una mera espectadora. Vio a sus padres gestarla y la repugnó, ya no era ella. Vio su nacimiento, su infancia, su pubertad, su adolescencia, su juventud y los años de su maduración. Quiso hacer comentarios hirientes, pegarse a sí misma sin saber que era ella; se pareció una persona despreciable la mayor parte del tiempo. Vio sus años de madurez hasta el momento de su muerte. Pero no sabía que era ella, por eso no sintió pena por su muerte. Olvidó todo y luego su propia vida se lo recordó.

Se juzgó con dureza y, cuando hubieron acabado las imágenes indelebles y permanentes, vio de nuevo el caos y los colores sin concreción, innombrables. Del caos surgió una identidad, era ella que intentaba agarrarse a su ser. El caos se organizó poco a poco y los colores empezaron a tener nombres. Era ella de nuevo. La geometría se difuminó y la oscuridad empezó a abalanzarse sobre su identidad.

Según todo se oscurecía, su corazón empezó a latir. Era un corazón endeble y trasparente, pero la trasparencia contra la trasparencia rebotaba y retumbaba. El latido del corazón la pilló por sorpresa y empezó a jadear con intensidad mientras movía sus ojos con rapidez.

De improviso, abrió los ojos y unos policías gentiles la acompañaron hasta la recepción donde un hombre barbudo y con pluma llamado San Pedro le enseñó su nuevo hogar: el Más Allá.


sábado, 10 de mayo de 2014

La Epopeya Original: Epílogo

Epílogo
Los tiempos ya han pasado
y las generaciones, avanzado.
El resentimiento es mayúsculo,
pues hemos olvidado:

que ellos nos salvaron;
pero preferimos recordar
que por su amor ejemplar
nuestras vidas arriesgaron.

Y el hecho se convirtió en leyenda;
y la leyenda, en cuentos de dormir;
y los cuentos, en simples creencias;
y las creencias, en ley para vivir.

Ahora nada inspira más temor
que dos personas enamoradas,
y más si cuán puro amor

viene en parejas igualadas.

viernes, 9 de mayo de 2014

Un barquito de cáscara de papel

Entren en el enlace, denle al 'play' y deleitense cantando esta nueva versión del ya clásico.
De nada.

https://www.youtube.com/watch?v=rLDR-NJ3gL8


Un barquito de cáscara de papel,
adornado con velas de nuez,
se hizo ayer a la mar
para cerca traer
gotitas negritas de hiel.
Un elefante con miedo va en él,
inseguro por ser mal timonel
y bajando y subiendo las olas,
el barquito ya llegó.
Navegar con temor en el mar es lo mejor
hay razones para ponerse a temblar.
Y si viene blanca tempestad:
llorar y remar y chillar.
Navegar con temor en el mar es lo mejor
y si el cielo está oscuro
el barquito va muy triste
por los mares cercanos del norte.

Un barquito de cáscara de papel,
adornado con velas de nuez,
se hizo ayer a la mar
para cerca traer
gotitas negritas de hiel.
Un elefante con miedo va en él,
inseguro por ser mal timonel
y bajando y subiendo las olas,
el barquito ya llegó.
Navegar con temor en el mar es lo mejor,
hay razones para ponerse a temblar.
Y si viene blanca tempestad:
llorar y remar y chillar.
Navegar con temor en el mar es lo mejor
y si el cielo está oscuro
el barquito va muy triste
por los mares cercanos del norte.


miércoles, 7 de mayo de 2014

Arqueología ensayística

31. X. 2094. Esta mañana, recogiendo las hojas y escritos de mi fallecido padre, me he encontrado con uno de sus pocos escritos sin publicar. Me sorprende profundamente que no publicase este pequeño ensayo sobre la sexualidad pues estoy bastante de acuerdo con él. Aunque sí observo claros signos de que está sin concluir y ciertos atisbos de ser pensamientos de juventud que perfectamente podrían ser la causa de su nopublicación. Encuentro, sin faltar a la verdad, su discurso errático y confusión en sus explicaciones. Nevertheless, espero que lo encontréis tan inspirador como he hecho yo.

“A 7 de mayo de 2014.

Cuando era un adolescente creía que era gay. Y eso me preocupaba. No sólo me preocupaba el qué dirán, que también; lo que más me preocupaba era que realmente me gustaban las chicas y no quería que me dejasen de gustar. Vaya una paradoja.

Esta creencia me asaltó porque los demás adolescentes chicos de alrededor mía empezaban a “desarrollar” su sexualidad: que si se habían liado con esa o si se habían enrollado con aquella otra. O eso decían ellos. Yo no había dado ni un simple pico.

Con el tiempo (el poco que ha pasado), me he dado cuenta de varias cosas y, seguramente, esas cosas sean verdad sólo a medias porque aún me queda mucho por aprender (y no, no hablo de cosas académicas). El caso es que ahora mismo creo firmemente que, para empezar y como base de una vida saludable, ser homosexual no está mal. Es más, las orientaciones sexuales están completamente sobrevaloradas. De hecho, escribo esto para no tener que discutir con nadie acerca de mis creencias porque creo que no es algo debatible porque no hay nada que debatir: uno es como es y a cada cual le gusta lo que le gusta. ¿Por qué cargar contra alguien por sus inclinaciones? ¿Por qué no se ha dejado a cada cual ser como ellos y ellas quieran ser? No quiero saber las respuestas a esas preguntas.

A pesar de todo, tengo mi propia teoría desarrollada a partir de otra teoría antiquísima que me contaron en una clase de griego antiguo de cuyo nombre no soy capaz de acordarme. Y es la siguiente.

[La historia que narro no creo que ocurriese en este orden (si es que acaso ha ocurrido), pero espero que entendáis lo que quiero decir; y por sociedad me referiré siempre a la occidental nuestra porque de la otra sé menos aún que de la nuestra.]

En el principio de todo, había mujeres y hombres, creo que debería empezar por ahí. No había sociedad aún (o esta se encontraba en sus albores) y, por consiguiente, no había prejuicios ni malos pensamientos porque aún no pensábamos mucho. Creo firmemente que por aquellos momentos éramos bisexuales, como bien sabían y toleraban y promovían los griegos antiguos (a su manera en cierto sentido machista). Pero se creó una sociedad y luego, algo después, se creó un dios y luego ese dios nos habló. O dicen que habló. Y lo que dijo se interpretó, y una de las lecturas que más ha triunfado es la siguiente: los hombres solo pueden sentirse sexualmente atraídos por las mujeres y las mujeres, por los hombres (únicamente dentro del matrimonio, por supuestísimo).

Y ahí es cuando todo se vino abajo. Se reprimieron sentimientos, deseos y anhelos y eso provocó más guerras de las que habrían tenido que ocurrir, creo yo. Al tiempo que la sociedad avanzaba (en sentidos políticos y económicos), también avanzaron los cerebros y los corazones: algunas mujeres empezaron a sentirse hombres y algunos hombres empezaron a sentirse mujeres, y eso era inaceptable, válgame dios. El travestismo quedó inmediatamente fuera de lugar y de mal gusto.
El travestismo y la transexualidad provocaron que la bisexualidad se volviese ambigua (¿y si te gusta un hombre que se siente mujer y se viste como tal -e incluso se cambia de sexo-  siendo tú un hombre?) y se empezó a hablar de la pansexualidad como una desviación más del camino recto de la heterosexualidad. Pero creo que se trata simplemente de la evolución natural de nuestra bisexualidad innata.

Una reflexión: si hay gays, lesbianas, bisexuales, pansexuales, asexuales (ya sabéis, quienes no sienten especial deseo ni atracción por las relaciones sexuales en general), mujeres que se sienten hombres que se sienten atraídas hombres, hombres que se sienten mujeres que se sienten atraídos por mujeres, (y seguro que se olvida alguna orientación y combinación más que merece ser mencionada y, por ende, respetada; ruego me disculpéis) ¿por qué demonios sigue siendo la heterosexualidad el camino correcto? ¿Por qué sigue siendo comidilla el “pues me he enterado que Fulanito es gay” y no el “pues me he enterado que Menganita es heterosexual”? Pues porque la heterosexualidad se da por sentada.

No sé si os preguntaréis o no si finalmente soy gay o qué narices soy, pero sea lo que sea encontraréis argumentos para desacreditarme o atacarme. Soy heterosexual: “bah, no sabes de lo hablas”, muy cierto, evidentemente esto que estoy diciendo no es la ley, es un intento de organizar mis sentimientos y pensamientos caóticos. Soy cualquiera de las otras posibilidades: “es que estás quemado y enfadado con la sociedad por no aceptar cómo eres y lo escribes sin objetividad porque tú eres uno de ellos”.

Pero claro, no declarar cual es mi sexualidad sería hipócrita por mi parte. Estoy al sesenta por cierto seguro de que soy heterosexual, al treinta por ciento de que soy bisexual y al diez por ciento de que soy pansexual. Creo, mi juventud me impide aclarar mis sentimientos y mis pensamientos.

Lo que quiero decir con todo esto, si es que quiero decir algo, es que”

sábado, 3 de mayo de 2014

La Epopeya Original IV: el desenlace

IV
Acercó se el desenlace, muy violento
[la tormenta arrecia y vuela
entre rugidos y tañidos cruentos,
separando la luz de tanta tiniebla].

La Princesa alabó la valentía
de sus tropas puras y etéreas;
la oscuridad acusó de cobardía
a sus lacayos y enfermedades venéreas.

Atacaron al tiempo y con valor,
regaron los templos con sangre y cenizas,
sucumbieron la mayoría al dolor
y hubo quien acabó hecho trizas.

Pero los amantes abrieron sus almas
sinceras, verdaderas y eternas
para absorber la oscuridad con calma
y atajar la batalla externa.

Succionaron ellos mismos la negrura
salvando a la humanidad de las tinieblas:
sin querer condenaron su amor pura
y ahora la gente en él solo ve nieblas.

jueves, 1 de mayo de 2014

De gatos y hombres

Sigiloso cual gato pardo, saltaba por los tejados y cornisas de la ciudad. Su jersey verde pimiento y sus pantalones cortos negros azabache ondeaban escasamente y con timidez a cada salto que daba.

Únicamente el sonido de sus zapatillas deportivas blancas y azules al caer en el pavimento oscuro de los tejados de los edificios resquebrajaba el silencio perturbador de la noche gris. Tras él, una estela blanquecina y pálida volaba con suavidad, velando por él.

Llegó a un punto en el que no podía seguir adelante. Una gran calle ancha se abría frente a él. Se giró y miró a la luz directamente. La luz se proyectó hacia él y lo engulló en un blanco vacío de inexactitud cuántica, pues había estado huyendo pero ya no podía seguir corriendo.

Su cuerpo cayó inerte en la superficie impenetrable de aquella azotea y murió miserablemente alienado por el fantasma de sus errores cometidos y nunca zanjados, aquellos que le asaltaban como rapaces rampantes de los bosques, de improviso y con desatino.


Le absorbió el nerviosismo inducido por su conciencia inalterada y perniciosa, que le provocó el infarto fatal que acabó con vida. Para siempre. Siendo justos, el muy hijo de puta era una mala hierba imposible de matar y ahora que el Señor lo tiene en su seno espero que le arranque las extremidades a trozos pequeños, sin analgésicos ni anestesia, y le haga tragar sus propios testículos cocinados al dente y en su salsa.