viernes, 27 de diciembre de 2013

Mi top 10 de 2013, disculpen las molestias

Sin que nadie me lo haya pedido, o sin esperar que os toméis esto seriamente, he decidido dejaros aquí las que considero que son las diez mejores películas estrenadas es 2013 en España (de las que he visto, que no son todas las que me hubiese gustado, pero sí son bastantes). Están en orden de preferencia total. Pongo el título en versión original por postureo y luego la traducción si es que la hay.



1. Much Ado About Nothing, de Joss Whedon. (Mucho ruido y pocas nueces)

2. Silver Lining Playbook, de David O. Russel. (El lado bueno de las cosas)

3. Vivir es fácil con los ojos cerrados, de David Trueba.

4. The Master, de Paul Thomas Anderson.

5. 12 years a slave, de Steve McQueen. (12 años de esclavitud)

6. Blue Jasmine, de Woody Allen.

7. Pain & Gain, de Michael Bay. (Dolor y dinero)

8. Django Unchained, de Quentin Tarantino. (Django desencadenado)

9. The Hunger Games: Catching Fire, de Francis Lawrence. (Los juegos del hambre: en llamas)

10. Side Effects, de Steven Soderbergh. (Efectos secundarios)


Ya me diréis qué opináis, o no, cómo gustéis. Los motivos por los que está cada una en la lista son aleatorios y totalmente parciales.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Crossover Gotten Over

Estaba ya por fin feliz, el círculo estaba completo.

Ella, por su lado, seguía absolutamente contrariada, enfadada y, ¿triste? Él no lo sabía, era muy difícil de decir.

Acababa ese año tal y como lo había empezado: azul pero esperanzado, buscando aquella improbable media melena pelirroja que le saludó en algún momento, a la que sonrió estúpidamente.

Ella acababa el año de manera confusa, se entendía a sí misma, o algo parecido ya que si no era capaz de comprenderse, lo tenía muy mal en la vida. Al menos, lo había reconocido en algún punto de aquellos secos meses de estío, que no era poco. Debería pensar que cada día amanece.

La vida de él había comenzado a sonar como tambores potentes, trompetas estridentes y monolitos pétreos. La velocidad había aminorado y le sentaba bien, pero de vez en cuando un acelerón no le vendría mal.

Los pianos de la de ella eran tristes, graves y la lluvia arreciaba. Quizá era hora de replantearse la situación como él había hecho, quizá no estaba de más ser un poco modesta y pensar en cómo cambiar una misma y no cambiar al mundo entero; desde un punto de vista únicamente social, por supuesto.

No dio saltos de alegría, sino tímidos suspiros de liberación.


Estaba ya por fin prudentemente feliz, el círculo estaba completo.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Crossover Smashed


De vez en cuando se levantaba al baño. Su vejiga era pequeña.

Otras veces se levantaba a beber agua. Su sed era infinita.

Luego estaba un par de horas durmiendo, por las apariencias.

Un destello de luz entró por los ojos de las persianas bajadas y atizó su párpado directamente. Abrió sus propios ojos. Se incorporó lentamente, apartando con su mano izquierda la fina sábana que cubría su cuerpo desnudo y voluptuoso. Bajó de la cama por las escaleras, se vistió con unas bragas y salió directa a la cocina. Bostezando, se estiró alzando los brazos hacia arriba. En la cocina se encontraba aquel hombre. Él estaba dormitando encima de su taza de té, esperando a ser despertado.

Ella acarició la espalda desnuda del hombre, que vestía tan solo unos calzoncillos apretados, y cogió una taza para sí misma. Se sentó al lado del hombre, en el lateral contiguo de la cuadrada mesa, y se sirvió un suntuoso y afrodisiaco café.

El silencio era música y estaba siendo interrumpido intermitente y únicamente por los cantos de los pájaros mañaneros que llegaban desde el exterior, que proporcionaban paz interior para los dos.

La maleta que meses antes estuviese en la puerta, ahora se encontraba escondida en algún rincón oscuro esperando a ser desenterrada. Los motivos por los que fueron necesarias tales medidas habían sido olvidados tiempo atrás, estableciendo una pacífica tensión entre la mujer y los que la habían engendrado.

Pensó en que debería volver a casa en algún momento del año. Pero decidió que eso sería otro día, otra semana, otro mes, otra estación. Su venganza sería esa. Esperaba que no estuviese siendo demasiado dura con ellos.

Tanteó cuidadosamente el café, con la esperanza de que no estuviese demasiado caliente. Estaba bien. Coquetamente, el hombre había empezado a acariciar la pierna de ella mientras la miraba sonriente. Él esperaba que, tras tantos meses de compartir cama y de llegar a niveles de confianza tan elevados, ella le devolviese el inocente coqueteo. Pero fue demasiado para ella y tiró el té del muchacho a la cara del mismo.

Él se levantó rápidamente al tiempo que se quedaba boquiabierto. Sin mediar palabra, se metió en la ducha. Ella se levantó lentamente una vez que escuchó el agua de la ducha caer. Su pelo anteriormente pelirrojo se había vuelto negro oscuro azabache y sus virtudes se habían vuelto defectos. Se tumbó en la cama muy contenta, silbando.

Cuando él salió de la ducha, se dirigió a algún rincón oscuro del que sacó la maleta. Entró en la habitación y la empezó a llenar, mientras ella lo insultaba y amenazaba con matar. Él, completamente callado, dejaba caer una pequeña lágrima. Intentó reprimir tales sentimientos y sacó a esa mujer de su vida. Ella se quedó en el rellano de la puerta patidifusa, decepcionada y estúpidamente enfadada.


Su ignorancia era explícita, pero se callaba, por las apariencias.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Hangover Crossover


Inspiró, expiró. Inspiró. Expiró.

Inspiró.

Expiró.

Su respiración fue ralentizándose según pasaban los minutos a la vez que se hacía más profunda. Podía notar cómo el aire penetraba en las fosas nasales y arrasaba su interior con velocidad. Sus párpados cada vez pesaban más y la oscuridad se hacía más duradera, menos intermitente.

Crack. Un ruido la despertó del estado silente y durmiente en el que se encontraba. Incorporó su tronco abriendo los ojos con demasiada rapidez. Se mareó un poco, pero siguió en posición de guardia. Con la mano derecha apoyada en la cama, se quitó la sábana y la manta de encima con la izquierda para sentarse en la cama, dejando sus pies oscilando. Se encorvó un poco, apoyó los codos en las rodillas y se rascó los ojos, limpiándolos de legañas.

Llevaba un camisón amarillo semitransparente que dejaba intuir levemente las carnes de su voluptuoso cuerpo. Una media melena pelirroja que se le había ido de las manos caía de su cabeza. Amagó el bajarse de la cama con total normalidad, pero se dio cuenta de que la cama no era suya y que se encontraba a una altura ligeramente superior. Así que bajó por las escaleras.  

Empezó a intentar esclarecer lo ocurrido la noche anterior mientras caminaba con prudencia por la casa que no conseguía reconocer. En un espejo que había en mitad del salón se descubrió con una prenda de ropa que no era suya. Además, empezó a tener frío. Volvió al cuarto del que había salido y vio que en la cama de la que había bajado había un hombre dormido, plácidamente dormido.

A él sí lo reconoció. Empezó a calmarse porque sabía dónde estaba, se dio cuenta de que había estado antes allí; pero se preocupó por lo que podría haber pasado antes. Se dio cuenta de que le dolía la cabeza.

Inspeccionó sus zonas íntimas para ver si había algo raro que pudiese confirmarla que habían pasado cosas, pero las encontró como siempre. Después de esto empezó a buscar su ropa, ya que consideraba que debía irse a casa, pero se dio cuenta de que no sabía qué hora era, por lo que miró el reloj del pasillo.

Las cuatro de la mañana. No iba a ningún lado sin el metro abierto. Pensó en si podía llamar a su familia, pero vio una maleta suya en el salón. Había huido de casa, pero ahora no recordaba por qué.

Sin saber bien qué hacer, dio media vuelta y volvió a la cama. Inspiró, expiró. Inspiró. Expiró.

Inspiró.

Expiró.


lunes, 16 de diciembre de 2013

12 years a slave


¿Es una de las mejores películas del año? Sí. ¿Es una película casi perfecta? Probablemente lo sea. ¿Ganará en los Oscar? Seguramente sea una firme candidata. ¿Lo merece? Digamos que los Oscar no merecen una película así. ¿Es la obra maestra de Steve McQueen? Ni de coña.


2013, el ciclo de la esclavitud.

No puedo evitar hacer referencia a la película con la que yo, simbólica y personalmente, empecé el año: Django desencadenado. Con esta película de Steve McQueen, se cierra el círculo. Las comparaciones son odiosas, y más cuando éstas enfrentan a dos cineastas tan diferentes como Tarantino y McQueen. Aun así, intentaré representar las diferencias en una frase o dos. Si Tarantino usa la esclavitud en tono satírico, sádico y como vehículo para ofrecer espectáculo mediante la cinefilia, McQueen la usa para mostrar cómo de deleznables, mediocres y propensos a la humillación podemos ser los seres humanos.


Steve McQueen, degenerado sexual.

Lo primero, no os toméis el subtitulillo este al pie de la letra porque no sé cómo es la vida sexual del susodicho. Lo segundo, en esta película hay un aspecto secundario muy perturbador que es la relación del personaje de Fassbender con la esclava Pats, lo que me recordó, inevitablemente, a la anterior (y mejor) película de McQueen, Shame.
En esta película, eso sí, está tratado con menos sutileza pero mucho más poderío visual, como es la película en sí: un alarde de poder y solidez ante lo que muestra de forma que evita posicionarse del lado de ninguno de los dos bandos (de esto se encarga la música del siempre hiperactivo Zimmer).


¿Pero quién para a este tío?

Me refiero al ya anteriormente mencionado Fassbender, por supuesto. Este actor está en todo y en todo está bien, como mínimo, y excelente como norma general. Esta película no es una excepción ya que McQueen desde Hunger ha sabido sacarle mucho jugo a este hombre. A pesar de eso, sé quién puede parar a este hombre. Hacen falta no uno sino varios miembros del reparto en estado de gracia para hacer que la sombra de Fassy sea igual de grande que la del resto de actores y actrices. El mayor peso de ese trabajo recae en Chiwetel Ejiofor (Love actually, American Gangster) y en Lupita Nyong’o, que interpreta a la esclava objeto de las brutalidades (sexuales o no) de Edwin Epps (Fassy) con la inestimable pero sorprendentemente prescindible ayuda de Benedict Cumberbatch, Paul Giamati, Paul Dano y Brad Pitt.


Y la Academia quiere apuntarse el tanto, por supuesto.

Como era de esperar, esta película se ha transformado de forma casi inmediata en una de las candidatas a arrasar en los Oscar (personalmente marco el trabajo de fotografía y la dirección como categorías que estarán nominadas, seguro). Esto es algo que a mí me resulta del todo injusto. Injusto porque Shame debería haber sido premiada con al menos dos Oscar (y, ojo, digo premiada, no nominada); pero al tratar un tema tan escabroso, y hacerlo de forma tan terrorífica, la amable Academia les ignoró por completo. Después de ese feo en el que ni tan siquiera fueran nominados ni McQueen por la dirección ni Fassbender por la interpretación, yo pasaría olímpicamente de ellos.

Si tuviese que puntuar esta película, la pondría un 8 u 8’5, siendo la peor (o menos buena, o la menos perfecta) película de Steve McQueen.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Labios sellados

Labios mudos que estáis sellados,
impertérrita barrera oscura,
preserváis a vuestra vestal pura,
bajo tela y licra agazapados.

Monte silente inconquistable,
tu cima es mítica y de leyenda,
invisible a la mente sin senda,
intangible e inalcanzable.

Grito “¡Retirada!”, aún hay tiempo;
gritas “¡Malnacido!”, por despecho;
gritamos “¡Injusticia!”, a destiempo.

¿Es acaso el ojo del huracán?
Siento dolor y lluvia en el pecho;
sea lo que sea, Destino llegará.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Sujeto Extrapolado

¿Qué es el amor? ¿Cómo sabes que lo sientes? ¿Cómo sabes que no lo sientes? ¿Cuál es la clave? Lamentablemente la clave no es el pájaro, y eso a Sujeto Extrapolado le produce increíbles reacciones de completo desconcierto. Su mente es un batiburrillo de muchas cosas de las que no está seguro o ni tan siquiera es consciente de que existen. En su cabeza hay mucho ruido, y eso le produce cierto dolor en el pecho. A veces vislumbra con claridad un concepto y su definición, pero esto dura poco ya que este mismo concepto se sumerge en el batiburrillo y se pierde en la inmensidad de la confusión desarmándose totalmente y viéndose arrebatado de significado. A veces llega a la conclusión de que está tan ocupado intentando silenciar y ordenar todo ese murmullo constante que se le olvida el mundo exterior y, por lo tanto, deja de lado cualquier otra cosa que no sea su propio bienestar. Pero claro, tampoco quiere creerse que es tan narcisista y se machaca con crueldad y alevosía dejándose a sí mismo a la altura del betún sin tan siquiera reírse de él. Aunque, bien mirado, ¿quién no es egoísta en este mundo? Incluso los actos más caritativos se realizan con el fin de sentirse bien con uno mismo. 

Pero entonces… ¿qué quiere la gente de él? ¿Por qué le toman tan en serio? Así que vuelve a revisar cómo empezó toda esta paja mental y se da cuenta de que el amor es, al fin y al cabo, una simple excusa para pensar en sí mismo y en nadie más, como cualquier narcisista que se precie. Y eso le apena porque durante todo ese proceso ha estado pensando en ella, pero no sería un buen narcisista si se lo hiciese saber. Quizá el amor sea una simple reacción química, o sea un complejo sentimiento de atracción física, mental y espiritual; pero lo que le queda claro es que para él el amor, o la ausencia de él, no es más que un quebradero de cabeza que explota hiriendo a dos personas y una es inocente y la otra, culpable. En los ojos de la sociedad y de cada cual está interpretar quién se trata del inocente y quién del culpable. Pero Sujeto Extrapolado siente que él es el culpable, mas ante la tesitura de las circunstancias, no sabe si decirlo ya que si se considerase a sí mismo inocente le dirían que es un ignorante, y si dijese que es culpable, le dirían que es un maldito mártir de mierda. Y claro, en esta vida puedes hacer muchas cosas pero nunca podrás sentir pena por ti mismo. A veces, cuando el batiburrillo de susurros se convierte en una verdadera jaula de grillos, siente que debería quitarse de en medio, pero para qué: él también tiene derecho a la vida. 


Que se jodan los vivos.


jueves, 5 de diciembre de 2013

La entrada Hilarante jamás publicada

Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. Hilarante. 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lunes, 2 de diciembre de 2013

Y la luz se hizo, creo, no estoy muy seguro, no veo nada

Motel de transporte en la fermentación de la casa en tu manera de monte si coherencia arrepentido del campo sin velocidad en un edificio masificado de trotes en los pingüinos de serpientes. Tu nombre de espacio en el tiempo de retroactividad pero bien de familia o cansinos de torpedos en Francia o Marte de tulipán en ríos acampados en amarillentos verdes. Los componentes en el rasero del acantilado respecto a la financiación de la roca florida y hermosa de platos emocionados. Coches anclados en casa de margaritas escuchan la vida en el trabajo de formación sin garaje con batallas por la natividad de queroseno. ¿Cuántos pasteles activistas moran en la garganta del público púbico sin estratosfera? 

domingo, 24 de noviembre de 2013

Bonus track

Nació. Creció. Maduró. Se pudrió. Murió. Le lloraron. Se hizo famoso. Lo alabaron. Ojalá lo hubiesen conocido. Murió pobre, lástima. Ahora todo el mundo se ha forrado a su costa. Pues nada. Ojalá levantase de entre los muerto y asesinase a todos. Lástima.

viernes, 15 de noviembre de 2013

La canción del cisne muerto y la tortuga malcriada

Las palabras vacías huyeron con el viento
y chocaron con la barrera del sonido,
sin tiempo o forma de hombre tan fornido,
que reposaba en la baldosa del tormento.


Volumétricas rocas ordenadamente apiñadas
Con metálicos reflejos, y vidriosos,
se alzan como montañas en aquel andrajoso
lugar, atestado de personas sublimadas.


Paraíso de ratas y ladrones con traje,
desalmados y ambiciosos diablos
dueños de lo verde y multicolor, ¡diablos!
Lástima de humanidad sin coraje.


Paraíso de ratas y ladrones con traje,
desalmados y ambiciosos diablos
dueños de lo verde y multicolor, ¡diablos!
Lástima de humanidad sin coraje.


Armoniosas, voluptuosas y aderezas ninfas
que, de tanto cantar y bailar con frenesí,
han caídos muertas en la tumba carmesí
y han sido arrulladas por las trasparentes linfas.


¿Dónde están las cobayas de laboratorio?
¿Qué pasó con todas las medicinas?
¿Cuándo hallaré mi sitio en esta cruel mina?
¿Por qué me visten con este enorme supositorio?


Paraíso de ratas y ladrones con traje,
desalmados y ambiciosos diablos
dueños de lo verde y multicolor, ¡diablos!
Lástima de humanidad sin coraje.


Paraíso de ratas y ladrones con traje,
desalmados y ambiciosos diablos
dueños de lo verde y multicolor, ¡diablos!
Lástima de humanidad sin coraje.


Los ladridos de los perros han callado,
el viento fresco se ha ido con el ídem
y ha dado paso a los grisáceos pastiches
de las almas huidas de nuestros cuerpos, abandonados.


Los dragones huyen con rapidez y celeridad,
ahuyentados por el dormido rebaño de ovejas
que hacen oídos sordos a nuestras quejas
y mantienen la vida muerta, sin claridad.


Paraíso de ratas y ladrones con traje,
desalmados y ambiciosos diablos
dueños de lo verde y multicolor, ¡diablos!
Lástima de humanidad sin coraje.


Paraíso de ratas y ladrones con traje,
desalmados y ambiciosos diablos
dueños de lo verde y multicolor, ¡diablos!
Lástima de humanidad sin coraje.


Retumbando los tambores se alejan,
dando por conquistada esta explanada,
muerta, árida, maldita y arrasada;
las trompetas, sin embargo, se acercan.


¿De dónde venimos en realidad? De la nada.
¿Cómo somos verdaderamente? Infelices de remate.
¿A dónde vamos sin remedio? ¡Al infierno, qué disparate!
¿Quiénes somos realmente? Gente muy necesitada.




















.,,..,.,..,,..,.,..,.,.,..,,,.,.....,,.,.,.,.,.,.,.,.,.,. 

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Borradores para novelas inclasificables

-Tómate el tiempo que quieras, chaval. El tiempo aquí no fluye. Podemos tirarnos toda la eternidad aquí que nada va a pasar fuera.

-P… y…  Eh….uf…

-Pues es lo que viene a ser el limbo, ¿sabes?

-Er… yo… tú…pero…

-Venga, sigue así que un año de estos ya vuelves a hablar bien. Bueno, año no, que por aquí el tiempo está de vacaciones.

-¿Eres mi tatarabuelo?

-Sí.

-¿Y por qué no hablas como hace un siglo?

-¿En serio? ¿Sólo se te ocurre eso? ¿Nada de “¿cómo es el Más Allá?” o “¿dónde estoy?”? Estos jóvenes…

- Pero…estás muerto, ¿verdad?

El viejo, al que ya podemos llamar oficialmente Godofredo sin quitarle suspense a la trama, aplaudió con sorna.

-Bravo, bravo. ¿Lo has descubierto tú solito?

-¿Estoy muerto?

-No. Sólo inconsciente. Le diste un buen guantazo a ese animal.

-Entonces… ¿Qué hago aquí?

-Ahora mismo hablar conmigo.

-¿Pero cómo he llegado aquí?

-Yo te traje. Quería advertirte de que me voy a aparecer como fantasma en la tierra y sólo tú me podrás ver.

-Ya, bueno, gracias por el avi… ¿Que tú qué?

-Ya te contaré allí con más calma, pero consideraba necesario que no te llevases el susto allí, ya que podrían meterte en un manicomio o algo así. Así que hala, avisado estás.

El viejo Godofredo volvió a convertirse en una figura encapuchada y empezó a irse hacia lontananza transformándose en una mancha negra en contraste con el colorido cielo multicolor.

Arturo, por su lado, se agachó de cuclillas y se frotó la cara con las manos.

-Esto es un sueño…esto es un sueño…

Se dio más de un coscorrón en la frente con sus propias manos al son de unos gritos que decía “¡Despierta! ¡Despierta!”.

Y despertó. 

lunes, 4 de noviembre de 2013

MANIFIESTO COMUNICÓLOGO


Bases, principios, directrices, derechos y deberes de los comunicólogos.


1. La comunicología no es la definición de la palabra que da la RAE, ni una religión, secta u organización jerárquica. Se asimila más a una comuna hippie.

2. En la comunicología se recogen los siguientes campos: cinematografía, música, televisión, literatura, radiofonía, fotografía, arte pictórico, la procrastinación en Internet y el arte de hacer el ridículo. Ninguno de los campos excluye a otro. El verdadero comunicólogo profesa todos. El verdadero comunicólogo no existe, son los padres.


Iniciación a la comunicología.

Proceso de inserción en la comuna comunicóloga.

3. Cualquier persona tiene el potencial de ser comunicólogo. Debe cumplir al menos cuatro de los siguientes requisitos:

            3.1. Devoción: debe ser amante de al menos uno de los campos nombrados en 2.

            3.2. Diversión: debe haber acudido a al menos una fiesta organizada por un miembro de la comuna.

            3.3. Conexión: debe participar en un grupo de whatsapp formado por otros comunicógos a fin de estar siempre en comunicación.

            3.4. Resistencia: debe haber visto El nacimiento de una nación, de Griffith. Tendrá un nivel superior si ha visto Andrei Rublev entera. Aunque es inútil porque no hay niveles.

            3.5. Aplicación: debe ser estudiante de Comunicación Audiovisual. No vale ninguna otra carrera, ninguna.

4. Nunca será necesario que un nuevo miembro supere ninguna prueba o tipo de novatada. Sin embargo, si la persona en cuestión así lo desea, no podrá poner objeciones a las pruebas de los miembros más veteranos. Esta prueba podrá servir de sustituto a la carencia de algún requisito explicado en 3. Los comunicólogos son, por definición, unos cabroncetes.


Desarrollo de la comunicología.

Obligaciones y derechos de la persona comunicóloga.

5. Una vez ingresado en el grupo, cada individuo será libre de hacer lo que le plazca. Se recomienda el visionado de películas, series de televisión o exposiciones de arte, así como la lectura de libros, novelas gráficas, cómics y tebeos o la audición de cualquier tipo de música o programa de radio. No hay nada prohibido. Se puede practicar sexo. Se puede practicar el onanismo. Por favor, practicad el onanismo.

6. El individuo comunicólogo debe ser absurdo y surrealista. Por favor, si ve que usted no lo es, participe de las conversaciones absurdas del resto de comunicólogos para salpicarse de este arte. O váyase a su casa y practique el onanismo. Si no sabe lo que es, limítese a amarse a usted mismo muy fuerte.

7. El o la comunicólogo o comunicóloga siempre debe estar feliz. Si esto no se cumpliera, el resto de miembros de la comuna deben hacer lo posible por sacarle la sonrisa al miembro doliente. Preferiblemente mediante bromas y preceptos absurdos o relacionados con algún campo de 2. 

8. Los comunicólogos deben estar siempre, no importan las circunstancias o los avatares de la vida, rectos como pollas. Este es un principio tanto indiscutible como absurdo.

9. Los comunicólogos acudirán siempre a las clases universitarias, a menos que no les apetezca.

10. Los comunicólogos tendrán la obligación de acudir al cine al menos una vez a la semana. A menos que no tengan dinero, o no les apetezca.

11. Todos los comunicólogos acudirán a la llamada de Eloíííííííííííí.

12. Quienquiera que se tome estos preceptos al pie de la letra disfrutará de una vida mucho más absurda, surrealista y feliz de lo que ha vivido hasta el momento. A menos que no le apetezca, en ese caso será feliz igualmente.

13. Cada comunicólogo o comunicóloga podrá adherirse al árbol genealógico de la comuna.


Finalización de la comunicología.

Proceso de salida de la comuna comunicóloga.

14. No se puede. En realidad sí es una secta.

15. Para salir hay que morir. A picotazos.

16. La única forma de salir vivo de aquesta secta, perdón, comuna es gritar DRAMA y huir corriendo de donde quiera que se esté trotando cual cuadrúpedo, bailando como Shakira sin música y croqueteando en la cama hasta el fin de los tiempos. A la vez. El resto de comunicólogos, para aprobar esta huida han de aplaudir dando la mano al de al lado. Es preferible tener una grabación de estos hechos para probar que efectivamente ya no se forma parte de esta secta, perdón, comuna.



Anexo.


17. Todos los comunicólogos pueden sumar los preceptos que quieran a este manifiesto siempre y cuando sea respetuoso con el medio ambiente. Todas las veces.

viernes, 1 de noviembre de 2013

60

¡Oh, delicioso y paranoico otoño!
¿Cuántas cabezas más vas a cortar?
¿Cuántas almas has conseguido desarmar?
¡Oh, lluvioso y frío otoño!

Ríos de misceláneos pensamientos recorren la explanada
fría y descompuesta en materiales otoñales,
marrones de tristeza, y lúgubres canales
abiertos en un destello violeta, misteriosa entramada.

¡Oh, delicioso y paranoico otoño!
¿Cuántas cabezas más vas a cortar?
¿Cuántas almas has conseguido desarmar?
¡Oh, lluvioso y frío otoño!

Fluidas lágrimas abigarradas en un escenario opaco,
maltratadas por el tiempo que en mí estuvieron encerradas,
fluyen por fin por los cauces de cara demacrada,
esperando ser absorbidas por el filtro de un cigarro de tabaco.

¡Oh, delicioso y paranoico otoño!
¿Cuántas cabezas más vas a cortar?
¿Cuántas almas has conseguido desarmar?
¡Oh, lluvioso y frío otoño!

Destellos grises de felicidad fingida,
abstraída por una alienación cognitiva,
rezuman por los poros de piel corrosiva
convertidos en vapor de sal y pimienta podrida.

¡Oh, delicioso y paranoico otoño!
¿Cuántas cabezas más vas a cortar?
¿Cuántas almas has desarmado ya?
¡Oh, lluvioso y frío otoño!
¿A caso esta desdicha es solo para mí,

o se la guardas a alguien más?

miércoles, 30 de octubre de 2013

Conversaciones

Diálogo relativo.


-Tal vez se trate de cómo no hacer las cosas, tal vez nos estés mostrando a todos las maneras equívocas y completamente erróneas de cómo no se debe actuar. No sé, esa es mi impresión y sinceramente me resulta difícil hacértelo ver; es como si hicieses oídos sordos.

-Quizá no esté preparado para la vida, o para respirar siquiera. Al fin y al cabo siempre he llegado tarde a mi propia vida, no podéis esperar una reacción veloz. Es posible que ni reaccione.

-Tal vez se trate de fuerza de voluntad, tal vez carezcas por completo de ella. Sólo entonces entenderíamos tu forma de no actuar, esa apatía totalmente injustificada.

-O quizá no tenga voluntad de interaccionar, creí por momentos haber conseguido convertirme en un ser humano hecho y derecho, sin opiniones, pero con corazón.

-Tal vez sólo seas tú.

-Definitivamente sólo soy yo, una forma mediocre y decepcionante de vida. Pesimista por dentro, absurdo por fuera; eso es lo que soy y lo que he vuelto a ser tras un endiabladamente maravilloso limbo de auténtico trance lleno de estúpidos cupidos. Definitivamente sólo soy un alma solitaria.

-Tal vez estés exagerando.

-Quizá mis entrañas guarden algo más que un simple y llano malestar general, y es muy poco probable que tenga más de una capa de personalidad. Pero siempre espero que salga de mí esa maldita disfunción esperpéntica de la socialización en sí misma y me libere de ser un extraño en mi propia casa y un habitual en el bar de la soledad concienzudamente empanada tras un breve colapso de mi yo interior. Quizá encuentre algún sentido a mi vida, o quizá exista porque en el mundo tiene que haber de todo.

-Tal vez te sientas así por alguna razón en concreto y no por algo general.

-Quizá.

-Tal vez.

-Definitivamente.





Psicoanálisis de un mal autodenominado mártir


-¿Y cada cuánto le ocurre esto?

-De cuando en cuando, ¿sabe? No sé, cada mes, o cada dos meses. A veces hasta en la misma semana dos veces. Depende de las cosas, de todo. No sé, a veces ocurre sin razón aparente.

-¿Tiene remedio para salir de esta apatía?

-Sí, claro, pero acudo a usted para que me diga otra solución a la habitual.

-¿Y cuál es la solución habitual?

-Insertar un disco en el reproductor de DVD, y regocijarme en la ficción de vidas ajenas que me entretienen mucho más que la mía propia.

-Ya veo. ¿Se acentúa esto en etapas concretas del año?

-Quizá, no sé. Muy probable. Curiosamente otoño es la estación con más vaivenes, ¿sabe? Por un lado me encanta la lluvia y todo lo que esta conlleva; por otro, me deprime cómo afronta la gente esta estación y, sobre todo, el frío este rancio y maldito que no quiere llegar o llega demasiado y se vuelve a ir y luego llega para quedarse.

-Eso es muy normal, la gente suele deprimirse por la vuelta a la rutina.

-¡Pero si me encanta la rutina! En verano también me dan estos ataques apáticos y en verano la rutina no está tan marcada. ¡Válgame Kubrick, que no sé por qué me ocurren estos ataques! ¡Dígame algo, por el amor de Clint!

-En ese caso, le diré que a primera vista sufre usted de alergia a la sociedad.

-Me lo temía.

-Pero vuelva la semana que viene.

-Quizá.

-Tal vez.

-Definitivamente.





El peor flirteo de la historia del mundo actual


-Caballero, su mesa está lista. Pase por aquí.

-Gracias, preciosa.

-¿Qué le pongo de bebida?

-Un poco de tus labios aderezados con el suave tacto de tu piel.

-¿Perdone?

-¿A sonado muy viejo verde? No me extraña. Tengo diecinueve años recién cumplidos, pero tengo alma de viejo. ¿Te sentarías a hablar conmigo?

-Tengo que trabajar.

-Y lo comprendo completamente, pero verás: por regla general soy muy tímido y me cuesta hablar con desconocidos, y conocidos, cantidad. “¿Y cómo es que me habla con tanta confianza?”, te preguntarás; pues bien, por dos razones: la primera razón es que hoy me encuentro pletórico socialmente hablando y la segunda es que vengo con un litro de cerveza en el cuerpo de casa (razón, a su vez, de que me encuentre pletórico socialmente hablando). Así que si yo fuese tú, aprovecharía la oportunidad de hablar conmigo ya que por norma general me tengo en un pedestal y solo tengo permitido tal placer a un puñado de personas que inocentemente creo que he elegido yo, cuando en realidad han sido estas personas las que han accedido a escucharme.

-Supongo que podríamos quedar cuando acabe mi turno.

-¿Ves? Ya estás cediendo. ¡No lo hagas! ¡Ignórame! ¡Llama a seguridad! ¡Dame lo que merezco! ¡Hazme bajar al suelo!

-No te conozco, no podría saber qué mereces.

-Y ese, ese es el punto donde deberías quedarte. No me conozcas, no te gustará lo que veas. Me tengo por alguien simpático y normal; pero nadie es normal y yo, en particular, no soy simpático. ¿Sabías que ‘simpático’, etimológicamente, significa algo parecido a ‘empático’? Pues tampoco soy empático. Te lo digo totalmente en serio, no quieres conocerme. Así que no me digas que luego puedes hablar conmigo porque en realidad tienes algo que hacer. Lo sé, yo sólo te lo recuerdo, ¿vale?

-¿Qué le sirvo?

-Un vaso de agua y unos macarrones.

-¿Y un escalope de segundo?

-Quizá.

-Tal vez.

-Definitivamente.







lunes, 28 de octubre de 2013

Temo al abismo

El viento azotaba con furia desmedida sus pantorrillas, desprotegidas por la ausencia de pantalones. De nuevo estaba al borde del acantilado a donde once meses exactos antes había ido para poner fin a su llana y triste existencia. Desde luego mucho había llovido, muchas cosas habían cambiado… y tantas cosas seguían igual. Daba igual todo lo que pudiese haber pasado, la cantidad de cosas que pudiese haber hecho. Seguía perdido, totalmente vulnerable a los avatares de la vida y, con total seguridad, seguía deseando entender todo. Ahora comprendía, sin embargo, que nunca se encontraría a sí mismo ni el sentido de ser, eso era todo lo que jamás alcanzaría a saber y no le resultaba suficiente… por eso estaba allí de nuevo, no para saltar, sino para clarificar sus ideas, sus pensamientos. Ya no estaba allí en señal de abatimiento, pesimismo o desesperación; ahora tenía aspiraciones poéticas y filosóficas. Se sentó tranquilamente en el borde, en el abismo. Ya por fin podía contestar a la gran pregunta: sí, temía al abismo. Por eso no se sentía incómodo o maltrecho en él, porque sabía que no podía confiar en él, y eso significaba que no le sorprendería que se derrumbase y le dejase caer al vacío extraño. Eso es lo que le gustaba de esa rutina macabra, cualquier día podría caer pero nunca lo hacía. Ya no necesitaba pensar en el pasado, ahora lo que le preocupaba era el futuro. Le preocupaba por no saber qué quería de él, por no saber si sería tan excitante como él creía que sería o si sería otra etapa más de su inexplicablemente soporífera vida llena de picos de alegría y pozos de tristeza. Ese pensar, ese pesar no le dejaba vivir el presente, un presente tan extraño como la palma de su mano, cambiante. Temía el abismo como temía el futuro como temía el abismo como temía el futuro, le inquietaba. Quizá fuese mejor que saltase de una vez por todas, para dejar de temer, o que se alejase de él, para poder ser feliz… pero miró a su lado, a los dos lados. Y vio una hilera interminable de gente hacia la derecha y otra hilera gigantesca a su izquierda. Y decidió que tendría que convivir con esa incertidumbre de no saber queriendo saber, el peor tipo de ignorancia, y se quedó allí: respirando, vibrando, cantando, bailando, llorando ríos de celuloide y oteando la niebla en frente, allí, allá. Lejos, en lontananza, donde había formas difusas. Lejos, en el horizonte, ahí es donde quería estar.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Earthófilos

Cansado desde la primera luz del alba, el portentoso jinete de cabeza desproporcionada vagaba dando tumbos por doquier. Era un desierto plúmbeo y sacro y daba vueltas en círculo aunque no lo sabía. Como un capitán sin su barco, el jinete estaba desprovisto de caballo desde hacía ya más tiempo del que podía recordar, y eso no le gustaba nada. Quizá fue por eso por lo que se decidió a dar vueltas en círculo, no fuese a ser que se alejase aún más de la civilización o peor: que se acercase a ella. Sin limitarse a hacer cada vez más cortos movimientos de traslación sobre una duna en concreto, comenzó al poco tiempo a rotar sobre su propio eje. Y así estuvo años y años y años. Hasta que un día todo cambió.

Era ya, según sus cálculos renales, la vuelta número cinco trillones -billón arriba, billón abajo- y desde hacía ya un tiempo que se notaba más liviano. Esto lo atribuyó a una falta gravísima de alimentos, pero desechó la idea al comprobar que su barriga seguía teniendo las mismas dimensiones planetarias de siempre. A pesar de todo, se notaba más ligero. Además, desde hacía ya un par de años (o algo así) la arena del desierto había empezado a conquistar sus pies y por mucho que se sacudiese, no cejaba en su empeño de ascender y tomar la pierna entera. Y este día en concreto, mientras casualmente daba la vuelta cinco trillones, intentó de nuevo sacudirse la arena: mientras caminaba dando las vueltas elípticas y giraba en 360º continuamente, se agachó para sacudir los pies y ello provocó que comenzara a dar unos graciosos saltos que elevaban ambos pies del suelo. Al tercer salto no volvió a tocar el suelo nunca más.

Y así, flotando, se pasó otras mil millones de trillones de vueltas. Pero esta vez las vueltas se hicieron más amenas, ya que emprendió una guerra cruenta y desigual contra los granos de arena que saltaban hacía él, aunque pronto se rindió y dejó que, día a día, la arena tomase todo su cuerpo. Al final, se encontró con que algo similar a una bola de nieve, pero arenosa, se había formado a su alrededor. Pero la cosa no acabó allí, porque cuando ya se había abandonado a su suerte pero aún estaba vivo, escuchó un trueno sintió cómo gotas de agua caían sobre él. Al principio, creyó que esto le limpiaría y le quitaría la arena de encima, pero lo que realmente sucedió es que la bola de arena se convirtió en una bola de barro. Y entonces… un rayo fulminó la bola con toda la energía de la electricidad.

Con el paso del tiempo, la bola se hizo más y más grande. Y el que anteriormente fuese orondo jinete, se había convertido en el minúsculo núcleo de un planeta. Vivo para siempre, se enfadó tanto por haberse visto en esa situación y, sobre todo, se cabreó tanto porque en realidad le gustase esa situación que, literalmente, estalló en un mar de llamas, lava y furia incandescente. Su alma se adhirió a toda la gran bola, al planeta, y comenzó a moverlo a su gusto.

Y así, comenzó el ciclo reproductivo asexual de la etapa adulta de un nuevo planeta.


"By this hand, I love thee"

Observó penosamente cómo se desvanecía aquel amanecer y se fundía el sol contra el suelo. El ocaso de todo estaba llegando y las lágrimas que surgían de sus enrojecidos ojos se diluían en aquel serpenteante río en el que bañaba su cuerpo. Trató de encontrar alguna explicación a ese repentino aceleramiento de las partículas que rodeaban su alma y vagamente recordó que alguna vez tuvo el corazón bajo el pecho. La tenue luz del ocaso ya no era más que una rojiza línea en el horizonte cuando viajó enigmáticamente al pasado. Se vio mirándola a los ojos, con una mano levantada. De su boca salieron palabras antiguas y estridentes, casi todas falsas y sin mucho significado. Hasta que la verdad salió de su pecho, seguida de su corazón, volando hacia ella. La noche se había hecho finalmente y aceptó la mano que un hombre encapuchado le ofrecía, un hombre del que alguna supo el nombre… un hombre que le llevaría muy lejos.

jueves, 17 de octubre de 2013

Así habló Humma Kavula

Allí estaba él, ante la tesitura de tener que llevar a cabo el invento más revolucionario, magnífico y rocambolesco desde la rueda, con esos pelos. Se atusó el pelo con sus manos y sorbió los mocos de una sola inhalación. Se aferró con fuerza la bata blanca que todo científico tiene –aunque se dedicase al estudio de las maravillas cósmicas donde es imposible, o mejor dicho: altamente improbable, mancharse con nada gracias a los avances en la informática lavativa- a la cintura (en efecto, no la llevaba puesta) y se puso unas gafas sin cristales ya que era completamente necesario usarlas en cualquier terreno científico, y humano en general. Como la vida, el universo y todo lo demás son así de caprichosos, el atusado del pelo, la absorción de mocos y la ausencia total de una tela protectora alrededor de su cuerpo provocó que una fosa nasal impresionantemente grande y descomunalmente ancha se abriese en el suelo del laboratorio. En contra de lo que cabría esperar, todo permaneció en su sitio, salvo por el pequeñísimo, ínfimo y minúsculo detalle de que una nube de mocos verdes, gigantes y bastante más líquidos de lo que parece a simple vista, ascendió desde el abismo blanco y reluciente de abajo hasta unos graciosos, robustos y muy molestos pelos nasales que habían aparecido en el techo del laboratorio.

Esto era un gran acontecimiento, pero el pobre científico no tenía ni la más remota  idea de lo que estaba pasado. Un alivio, pensó, ya que podría haber sido mucho peor. Este pensamiento le sorprendió hasta a él, ya que se le antojaba difícil encontrase en peor situación que en el interior de una nariz que acababa de sorber un moco viscosamente verde que seguramente no fuese de la propia nariz ya que su cuadrada, matemáticamente equivocada e inútil mente científica había deducido que se encontraba justo a las puertas de un infierno muy caprichoso.

Este gran acontecimiento no era otra cosa que el famosísimo, esperadísimo y temido “advenimiento del gran pañuelo blanco”, y este pañuelo sería utilizado para descongestionar al Gran Arcleachús verde. Huelga decir que el congestionado Arcleachús era la gran y portentosa nariz.

A toro pasado podemos dar gracias al rápido e indoloro ‘advenimiento’ de este pañuelo, ya que sin la intervención del Gran Arcleachús el científico loco habría descubierto cómo hacer una bomba atómica de mil millones de trillones de megatones capaz de destruir este universo, y un poco del vecino. Muchos fanáticos de esta secta religiosa mocosa lo tomarían como un milagro, pero ciertamente se trata de un inexplicable y estúpido error por parte de Arcly (para los amigos) ya que lo que pretendía era precisamente exterminar de forma apoteósica y cruel a “esos seres estúpidos y sin cerebro que han hecho todo tipo de guarradas en mi honor; los muy capullos se han negado a sonarse los mocos aun teniendo pañuelos a sabiendas de que yo, una deidad suprema como soy, sufría y habría dado lo que fuese por que el ‘advenimiento’ se adelantase lo más posible. Son unos gilipollas intransigentes que se creen el moco del universo” declaró a los periodistas religiosos en la rueda de prensa posterior al Advenimiento.

Actualmente, el Gran Arcleachús está incluido en la lista de las 100 deidades más sexys del Universo Pan-dimensional, ocupando un sorprendente 99º puesto ya que se trata de una deidad 80% moco, 10% carne flácida y 10% pelo graso. Está por delante de Dios, del planeta Tierra, conocido por el resto de deidades como “ese vanidoso y esperpéntico ser que tiene un gusto inusitado por las palomas” o “La palomilla”. 


sábado, 12 de octubre de 2013

Sebastián, el hipócrita

Una noche apacible, sin nada extraño, se cierne sobre Madrid. Poco a poco las luces se encienden en los edificios circundantes. El sol aún no se ha ido pero la oscuridad empieza a escarbar en la ciudad. Mi ordenador está encendido, para variar. Una red social tras otra aparece en la pantalla. Mi mente está absorbida por ellas, es una mala enfermedad. Me une a los antiguos amigos, me acerca a los actuales cuando están lejos. Me permite observarla a ella sin ser visto, y eso me aterra. Esta enfermedad nos convierte a todos en voyeurs de poca monta, inocentes; eso da miedo. Y entonces, el móvil vibra. Otro nexo más se abre. Nos comunicamos mucho, hablamos mucho. Decimos muy poco.

Tras un par de horas sentado frente al ordenador sin hacer nada, y haciendo de todo, me decido a cambiar de sitio. Me levanto y cojo el móvil. Al sofá. La televisión está encendida, pero no la veo ni la escucho. Mis padres hablan. Y yo, al móvil. Incluso cuando la marea está calma miro el móvil. Una necesidad insana, desesperada. Echo cuentas. Tantas horas, tantos minutos… Realmente estoy enfermo. Pero dentro de la enfermedad, soy de los sanos. A fin de cuentas hago otras cosas: leo, escribo, veo cosas.

Y me doy cuenta de que la televisión está ya apagada, mis padres roncando. Y yo, al móvil. Cuánta patraña. En un principio el móvil me pareció la salvación: hablaba con la gente (hasta les contaba mis problemas), ¡hablaba! Pero ahora me doy cuenta de que no decía nada. ¿De qué sirve escribir en un teclado mirando a una pantalla sentado si luego, a la hora de la verdad, soy incapaz de pronunciar palabra o actuar? ¿Sólo es mi forma de ser o es acaso un verdadero problema? ¿Acaso no nos acerca en la distancia y nos aleja en la cercanía?

Y entonces maldigo. No necesito un dios al que culpar, unos padres a los que regañar o un psicólogo al que  pagar: la culpa es de la red social, la maldita red social. Callada, servicial, diligente, traicionera, asesina de coraje y amansadora de temerarios. Quizá solo me pase a mí, pero bueno, será que soy un viejo en cuerpo de adolescente o niño en cuerpo de joven. Quizá sea todo mentira, ojalá fuese mentira.


Y así, pegado a la pantalla del ordenador con dos redes sociales abiertas y el móvil en vibración, acabo de escribir estas líneas acerca no de la maldad de las redes sociales, sino de mi hipocresía; porque sé que tras reflexionar esto seguiré haciendo uso de las redes. Acercándome a vosotros, observándote a ti, bella dama, aunque me duela en el alma.

martes, 1 de octubre de 2013

Fan fiction IV

Marco Antonio

-Entiendo perfectamente lo que me quiere decir, Mortimer, pero no puedo hacerlo.

Marco Antonio estaba sentado en un sillón de la sala de espera del hotel con las piernas cruzadas y con un vaso generoso de whisky. Frente a él estaba Mortimer de pie con su hija en brazos.

-No puedo llevarme a la pequeña sin el consentimiento de la madre, es algo… que no puedo, ¡narices! Por principios. O vienen todos o no viene ninguno, pero lo que no puedo hacer es separar una familia por un trabajo que perfectamente podría hacerlo aquí, señor.

-Yo… necesito el trabajo y aquí no manejo bien el idioma… me siento miserable por haber secuestrado a mi propia hija, pero tenía que hacerlo para que mi Lu viniese conmigo.

Unas lágrimas empezaron a caer por la cara de Mortimer. También reprimió el hipo de la llorera anterior inútilmente. Marco Antonio le tendió un pañuelo blanco y pulcro al tiempo que daba un trago al vaso.

-Esperemos que Atalaya encuentre a Lucinda y la traiga sana y salva –dijo tras tragar el sorbo de whisky–. Tranquilícese, seguro que todo está bien.  

Mientras Mortimer se secaba la cara, la puerta del hotel se abrió violentamente y entró Lucinda con la cara encendida, al rojo vivo, con claros signos de furia reprimida, señalando a Mortimer.

-¡Tú, hijo de un tren cargado con mil millones de putas! ¡Bastardo! ¡Cómo te atreves a quitarme a mi hija, sabandija asquerosa! ¡Devuélvemela!

Mortimer le ofreció a su hija con la cabeza baja. Por los gritos de Lucinda, la pequeña empezó a llorar.

-¡Eso es, dámela! Tranquila… mamá ya está aquí…

Mortimer empezó a disculparse, soltando mil y una explicaciones de por qué lo había hecho, de por qué debían irse a España y de por qué se arrepentía de todo.

Atalaya se sentó en el regazo de Marco Antonio y le besó.

-Creo que no deberíamos llevarnos a esta familia, Marco. No es nuestro empleado y ya hemos tenido que protegerle, es problemático.

-Venga, mujer, es un viejo que ha tenido la mala suerte de querer a su hija por encima de a su mujer y de no saber controlar sus impulsos antes las oportunidades.

-Si quisiese a su hija no la habría intentado separar de su madre.

-Touché. Al menos, se arrepintió en seguida. Les voy a decir que se queden aquí todos, que ya encontraremos a alguien.

Marco Antonio se levantó hacia la pareja que se estaba abrazando en clave de reconciliación unos metros más lejos. Marco Antonio se preguntó qué diablos había dicho Mortimer para conseguir calmar a una madre en cólera y entonces recordó cómo había conseguido hacerse amigo de los dos dragones el día anterior. 

Llegó al sitio donde estaban los elfos domésticos y empezó a hablar.

-Veré, Mortimer, hemos estado pensando y creo que será mejor que se quede a… -se paró en seco porque un resplandor verde entro en el hotel –…quí con su familia.

Inmediatamente después del relámpago la puerta de madera del hotel se rompió, junto con unos trozos de pared cercanos, debido a la colisión de un troll muerto. Mientras los pocos clientes y los empleados del hotel se hacían una idea de lo que estaba pasando, Marco Antonio puso a los elfos tras de sí y sacó su varita, por primera vez en las vacaciones. Entre el polvo que se había levantado, una figura humana entró caminando. Tenía la capucha echada, la varita en la mano izquierda y Marco Antonio lo reconoció inmediatamente. Aunque le reconoció no podía creer que fuese él. No podía ser.

-Joder.
    


lunes, 30 de septiembre de 2013

Frenético sueño de una noche de verano en la perturbada mente de la señorita Mierstensensen

Comprendió todo cuanto habían dicho aquellos delincuentes vociferantes que a gritos clamaban por algo llamado libertad, comprendió que no todo es blanco o negro… comprendió que nadie era imperfecto. Alumbró un pequeño papel con forma de gabardina en el que letras casi transparentes reclamaban su atención. Decían “no pienses en un elefante amarillo haciendo malabares sobre un tren en marcha y cantando flamenco”. Ya no podía pensar en otra cosa. Apagó la vela y encendió la luz del techo y una figura humana entró en la habitación. Se trataba de un hombre muy desnudo, con todo al aire (sí, todo), no mucho más mayor que ella. Se le cayó la bien apagada vela y soltó un gritito extraño. El hombre puso los brazos en jarra y sonrió con media boca mientras asentía con la cabeza. Ella, por su parte, abrochó el último de los botones de su rebeca, por si acaso. El hombre avanzó muy decidido hacia ella sin decir nada, ella balbuceaba torpemente cosas como “No… aparta… aquí no…. pene… asco… cerdo… elefante amarillo haciendo malabares sobre un tren en marcha y cantando flamenco… virginidad… rastafari…”. Él, sin quitar su pose de superman, frunció el ceño adoptando una cara similar a la que había puesto minutos antes en el baño al intentar en vano evacuar aguas mayores debido a que llevaba tres días estreñido y, por lo tanto, sin poder cagar. Claramente estaba confuso. Ella se abalanzó sobre él, de improviso, arrancando su propia blusa dando un alarido de satisfacción y furia y rabia, dejando al descubierto su sujetador; mientras, la cara de él cambió radicalmente pareciendo la cara había puesto en un universo paralelo al conseguir unos minutos antes evacuar todas las heces y demás desechos que por su interior circulaban. En otras palabras: se había quedado muy a gusto. Renglón seguido ella olfateó un poco el aire, dándose cuenta del que anteriormente violador y actual violado había adelgazado en cuestión de segundos tres o cuatro kilos de su peso. Huelga decir que aquello no olía a rosas. Entonces ella se levantó y bufó en señal de reproche. Le dio una patada en el estómago y después se agachó para darle un beso en los labios y de paso morderle el labio inferior haciéndole sangre. Ipso facto él se levantó, con las manos en la boca y muy enfadado. Se lanzó sobre ella, que estaba de espaldas, de un salto y la bajó la falda según caía. Ella llevaba unas bragas de cuello vuelto monísimas. Ella giró la cabeza dramáticamente y sus ojos se clavaron en el hombre. Él susurró un insulto (“zorra esperpéntica”) y empezó a masturbarse con rabia. Ella se mordió el labio inferior sensualmente y sacó de su bolso (de repente tenía uno), lo cargó y disparó sobre el valiente gilipollas que la estaba molestando aunque ella no sabía qué la molestaba tanto de aquel tipo si tan solo quería satisfacer sus instintos animales mediante su vagina y debía sentirse alagada. En medio de estos pensamientos se alzó el hombre, en modo zombie, y corrió hacia ella. Ella con la pistola transformada en bate espachurró la cabeza del malhechor por siempre jamás.


Además, ya estaba sonando el despertador.   

jueves, 26 de septiembre de 2013

Fan fiction III

Mortimer

Mortimer llegó exultante a casa. Tan exultante que si hubiese sido humano con toda probabilidad lo habría hecho cantando y bailando; pero, al ser un elfo ex-doméstico, se limitó a entrar sin arrastrar los pies.

La casa en cuestión era poco más grande que una caseta para perros, es más, hay algunas casetas para perros que son más grandes que esa casa pero no es ni el sitio ni el lugar de reivindicar una vivienda justa para una raza que hace más bien poco salió de la esclavitud y que además lo hizo a trompicones y sin confianza. Dentro, la casa estaba organizada de manera extremadamente inteligente: nada más y nada menos que ocho habitaciones en menos de diez metros cuadrados. Esto se explica porque cuando estos seres de naturaleza mágica pero sumisa servían para tal o cual familia, estaban condenados a dormir en el interior de un armario o, si tenían suerte, en el mohoso y roñoso ático de dimensiones no muy espectaculares. Huelga decir que ningún elfo se había quejado hasta que el movimiento de liberación P.E.D.D.O. surgió.

Nada más entrar en la casa, Mortimer fue directo a la cuna en la que dormía plácidamente un bebé elfo. A ojos de los humanos los bebés elfos son, primeramente, inexistentes ya que tan solo tres de nuestra raza han alcanzado a verlos y es que si hay algo que los elfos no toleraban ni cuando estaban besando los pies de sus amos, era eso. Era algo innegociable. En segundo lugar, son endiabladamente feos dentro de los cánones de belleza humanos. De estos tres humanos que han visto un bebé elfo, dos murieron del susto y la otra (la única mujer humana) se arrancó los ojos. Mortimer cogió en volandas a Mostolova  y ella empezó a llorar. Entonces, una amargada y joven elfa entró en la habitación.

-¿Qué haces, Mortimer?

-Traigo buenas noticias, cielo.

-¿Sí?

-Sí, tengo trabajo.

-Agradezcámoslo al cielo. ¿Dónde?

-En España, creo.

Silencio. La joven lo miró perpleja.

-¿Qué? ¿Te has vuelto loco? ¿Qué dices?

-Tranquila, que estos humanos me han dicho que seguro que encuentran trabajo para ti. Quieren que sea el secretario de su negocio o algo así. Yo creo que es una buena oportunidad porque aquí me comía los mocos sin saber hablar bien el idioma, ¿no, Lu?

Lucinda, así se llamaba la esposa de Mortimer, era mucho más joven que él y la razón por la que se casó con él fueron tres razones, en realidad: la primera porque realmente estaba un poco enamorada de él, digamos que esto es un 30% del motivo; la segunda porque él venía de servir a una familia muy rica, digamos que esto es el 40%; y la tercera porque ella fue tan estúpida de creer que los humanos le darían algo de dinero, pero no lo hicieron, digamos que esto es el 30% restante.  Mortimer, por su lado, se casó con ella por las mismas razones. Ella, a los ojos de un humano tiene cierto atractivo físico, es decir, no es tan fea como nos lo parecen los demás elfos; pero a ojos de un elfo es muy poco agraciada.

-No, yo creo que no. Creo que has aceptado trabajar para dos desconocidos sin saber ni el sueldo no las condiciones laborales ni nada. Creo que has aceptado un contrato basura y que te van a usar de mala manera, Mortimer. No deberíamos ir.

-Pues siento haberlo hecho, pero tal y como están las cosas por aquí, prefiero trabajar por poco dinero que estar humillándome día sí y día también por los hoteles y playas y todas esas mierdas de por aquí, sinceramente. Yo no elegí ser despedido de mi trabajo, fue culpa de tu P.E.D.D.O. que esté en esta situación. Así que no me hables de contratos basura ni situaciones laborales ni mierdas de esas como si supieses porque no sabes una mierda. Somos elfos, por el amor de una madre, no sabemos nada de estas cosas. Así que no me digas lo que debo hacer porque me estoy muriendo del asco con esta vida tan infrahumana e infraélfica en la que me ha dejado esta revolución. Yo voy a ir, y me voy a llevar a Mostolova. ¿Vendrás tú también?